Comentario de la Librería
No podríamos encontrar un mejor título para un libro dedicado al café. Sobretodo estando en occidente, lugar en el que el café no es considerado 'droga' sino más bien una bebida de lo más civilizada y tonificante -ni los que lo toman de forma modera o de manera inmoderada están considerados como 'adictos' al café. Y esto es así porqué vivimos tod@s en la cultura de la productividad, de los estimulantes, de las máquinas y de la mecánica...
Dicho esto, comentar también que el café se encuentra entre las drogas más sociales, de mejor aroma, de gusto más penetrante y cautivador, es el mejor de los acompañantes a una sobremesa, potencia lo mental hasta lo inimaginable -si es que en una sociedad como la nuestra cabe imaginar que le convenga potenciar aun más esta parte de su ser-, y por virtudes tener, la cafeína tiene una que es bien poco conocida: es un excelente neuroprotector, que disminuye el riesgo de padecer alzeimer, parkinson o tumores cerebrales.
Hechas y dichas estas formalidades y payasadas, vamos a por el libro. Primero de todo decir que este no es un libro erudito sobre el café, sus orígenes, su historia, o con interminables estadísticas acerca de su consumo alrededor del mundo. Este es un libro para el amante del café, para la persona que con sólo imaginar su aroma ya pone los ojos en blanco y se imagina en un pequeño país de las mil y una maravillas. Y es sobretodo un libro de recetas y de imágenes -un libro que en cierta manera, si fuera de chocolate, también podría comerse-, amenizado y salpicado con apequeñas anécdotas y observaciones. O sea, un libro para el placer y para pasar un buen rato -como lo es la taza de café del domingo por la tarde, que se toma mientras miramos ensimismadamente a través de una ventana de nuestra casa.
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