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Librería Muscaria |
Libros sobre Espiritualidad |
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El autor de este libro es un tipo bien curioso... Nacido en Colombia y habiendo transitado por numerosas las tradiciones 'espirituales' de la América latina (desde el culto youruba traído por los africanos, pasando por el curanderismo y el chamanismo mexicano, llegando a la gestalt propugnada por Claudio Naranjo), desde bien temprano se sintió motivado vocacionalmente a la terapia, pero acabó, según sus propias palabras, por convertirse en un payaso espiritual, en busca de poder y reconocimiento (quizás, como él mismo sugiere, como una manera para forzar ser aceptado, querido o amado). Fue en manos de Claudio Naranjo que este explorador espiritual logró deshacerse de su entelequia personal para reconocer, con humildad, los propósitos, la llamada y la potencialidad que su propia alma, más allá de la forzada importancia personal que finalmente acabó por engendrar una paradójica neurosis y un vacío interior. Una vez expuesto el tema, Jorge Llano emprende la narración de su periplo vital, sus vivencias y encuentros personales en el mundo de las tradiciones espirituales y sanadoras de su América latina. Desde las prácticas 'mágicas' de un africano que trabajaba en la granja de sus padres, a los curanderos msxicanos 'tocados por el rayo', su viaje a Real de Catorce en busca del peyote, o su formación el en campo de la gestalt de mano de Claudio Naranjo. En este sentido, el relato resulta de sumo interés también para conocer y comparar las diferentes tradiciones espirituales, tanto las relacionadas con la magia, como con las que trabajan con los espíritus ayudantes, o bien la tradición relacionada con la bondad representada pro el budismo o el cristianismo... A toda esta narración, el autor va desplegando sus dudas, su propio camino, su resistencia a adentrarse en él con confianza, así como su necesidad de seguridad o de ser reconocido -una especie de expansión de lo presentado inicialmente-. Todo ello narrado con pasión y con un gran dominio del lenguaje, que a veces es intenso, desgarrado e incluso un poco poco salvaje, pero poético a su vez. El libro se cierra con un canto sinfónico sobre el seguir el 'propio llamado del alma', así como la necesidad de sortear los peligros de que la 'sombra' enturbie, corrompa o tergiverse este camino, desviándolo hacia un camino de materialismo o poder; y, por tanto, la necesidad de sanarse primero uno mismo antes de emerger como terapeuta o sanador, realizando un servicio a los demás en lugar de reclamar la atención de los otros en 'beneficio' propio. Un libro que ha de leerse de principio a fin, que no deja indiferente. |
Índice del Libro |
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Un aprendiz de chamán relata cómo se convierte en sanador, en un camino espiritual de síntesis entre la psicología occidental y el mundo indígena. Son diversas las tradiciones espirituales que hablan por boca de los maestros de Jorge Llano en Los tres llamados del alma: Eloy y la religión yoruba; don Lucio Campos, doña Carlota, doña Domitila y el chamanismo mexicano, indígena y mestizo; doña Pina y la partería; Claudio Naranjo, Guillermo Borja y la gestalt. Todos ellos con una característica fundamental: han sido encarnaciones de palabra viva, continuadores y desarrolladores de sus respectivas tradiciones a través de sus actos de servicio y amor. Por eso, pueden hablar. Cumplidos sus cincuenta años, Jorge -el autor del libro- también puede hablar: su tradición como granicero se lo permite. Y toma la palabra como un acto de desapego de sus propias caídas y conquistas, un acto de limpieza para no cargar más con lo inconfesable de su linaje y declararse como lo que ha sido y es: un curandero, un sanador. De paso, nos empuja a tomar el camino del servicio, a conquistar de nuevo nuestra propia alma, para que no tenga que ocultarse más ante nuestra prepotencia, egoísmo y desamor. |
Fue en México, en una ceremonia de llamamiento del alma y de levantamiento de la sombra, que oí por primera vez lo de los tres llamados: justo cuando apenas comenzaba con mi secretaría de servicio en los tiempos del aire, del «viento loco», cuando principiaba a servir y a creer, cuando apenas tenía un poco más de veinticinco años y siempre soñaba con escaparme de «La Compañía», una sarta de brujos que me habían captado para curarme la sombra de la muerte que me había dejado la caída de un rayo. Don Lucio Campos era el mayor de los chamanes temporaleños del centro de México, un exmariachi y lujurioso campesino, que después de estar tres años en coma gracias a ser fulminado por un rayo, renació al mundo como curandero y guardián de la tradición de los graniceros de Centroamérica. El rayo no solo le cambió la vida, lo dejó en un estado de ensoñación y vigilia que le permitía, desde estos dos mundos, entrar en curación y visitar en sueños a los enfermos y los necesitados para socorrerlos; también entendía los pensamientos de las personas y se encontraba con sus muertos y los finados de sus clientes. Don Lucio, además de los dones del rayo, recibió el linaje secreto de su Compañía y de los escobadores de las nubes, sus lugares sagrados y la dirección de los cúmulos, y luego con los años heredó también la dirección de La Compañía. No habló hasta los cincuenta años, como es la tradición: solo las personas pasado medio siglo tienen realmente algo que decir, algo que les pertenezca. Yo también hice esa misma promesa y solo ahora puedo empezar a balbucear mi camino. (...) Gracias al sol que nos llena de energía en el corazón. Pido sinceramente y con amor para que nuestras familias puedan vivir en paz y todos podamos convivir como hermanos en esta tierra y así seguir con este tejido que es el mundo. Solo Kayaumari, el venado, el maíz y el peyote les pueden contar mi canto y mi caminata. Hago este primer llamado, al servicio, uniendo mis manos sobre mi pecho y clamando refugio en los corazones benevolentes y solidarios, en los amigos de los dioses, en los santos; tomo refugio en los que aunque llegaron hasta el Sol nunca se fueron de la Tierra. Llamo sinceramente, entregado y rendido, solo con el propósito de servir y de amar a los pueblos del mundo. Llamo a todos los que emprendieron este viaje de los llamados del alma y están aún en el camino, y también a los que quedaron varados en algún puerto sin nombre, a los que se olvidaron y desoyeron su búsqueda, y también llamo a los que fueron más allá y saltaron al vacío sin quedarse amañados como pollos de engorde, enjaulados en la seguridad de su control de televisión. Llamo también a esos que retaron la realidad para salvar su integridad y los verdaderos valores de esta tierra en beneficio de todos los seres, sirviendo en el amor, sirviendo en el alma. Llamo por amor, el amor nos lleva a todo, el amor lo cura todo. Llamo en nombre de los que estamos de pie dando batalla desde siempre contra los sometedores y alienado res de la verdad, llamo a los vivos y muertos, visibles e invisibles, llamo a todos y por todos y todo para que este planeta vuelva a alcanzar un corazón sincero que lata por amor. |
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