Contraportada
El redescubrimiento contemporáneo del culto chamánico del teonanacátl -y en cierto modo del renacimiento de la religión extática- ha sido fruto de un proceso largo, que comenzó en el año 1919, cuando Blas Pablo Reko identificó el teonanacátl con un hongo, y culminó el 29 de junio de 1955, fecha en que R. Gordon Wasson accedió -a través de María Sabina- a su uso enteogénico. Con todo, la genealogía de estudiosos cuyo nombre ha quedado indisolublemente unido a este resurgimiento no estaría completa si no citáramos por lo menos a Richard Evans Schultes, Roger Heim y Albert Hofmann.
El interés de la comunidad científica estadounidense por los antiguos rituales fúngicos quedó demostrado en un congreso sobre plantas psicoactivas celebrado en San Francisco a principios de 1967, bajo los auspicios del Instituto Nacional para la Salud Mental, del que quedó constancia escrita. Y como resultado de la diseminación de información referente a la identificación de los hongos, el culto de la micofagia enteogénica se extendió en EEUU, especialmente entre elementos de una 'contracultura' subversiva que, en aquellos momentos, amenazaba las estructuras de poder.
La llegada a la presidencia de Richard Nixon en 1968, con un programa que contemplaba severas medidas de orden público y una agenda destinada a terminar con cualquier clase de consumo de drogas en EEUU, significó un cambio importante: de la etapa de formulación de leyes sobre drogas se pasó a la acción en forma de guerra abierta contra traficantes y consumidores. Desde el comienzo de su mandato, Nixon declaró como 'amenaza nacional' el abuso de drogas y en 1971 calificó el tráfico de drogas como 'el enemigo público número uno de EEUU' dentro de sus fronteras.
Tras la destitución de Nixon, en agosto de 1974, se abrió un paréntesis de cuatro años de relativa calma, hasta que Ronald Reagan relanzó la cruzada contra las drogas, si cabe aun con más intensidad que su predecesor. Atento a la coyuntura política excepcionalmente favorable, el etnobotánico Jonathan Ott supo aprovechar la situación de tregua durante el mandato de Gerald Ford y la tolerancia que caracterizó la presidencia de Jimmy Carter para organizar la Primera Conferencia Internacional sobre Hongos Alucinógenos, que se celebró en Tenino (Washington, EEUU) en octubre de 1976, y una segunda edición de dicho congreso, que tuvo lugar en Fort Worden, cerca de Port Townsend (Washington, EEUU), justo un año más tarde, con la participación de especialistas de la talla de Richard Evans Schultes, Albert Hofmann, R. Gordon Wasson, Jeremy Bigwood, Andrew Weil y el propio Jonathan Ott, entre otros maestros de la etnobotánica contemporánea.
El libro que nos ocupa, Teonanácatl. Hongos alucinógenos de Europa y América del Norte, se corresponde precisamente con extractos de esa Segunda Conferencia Internacional sobre Hongos Alucinógenos, y su publicación original en 1978 resultó decisiva para la recuperación de antiguos enteógenos. Y es que, además de la información científica contenida, tuvo el acierto de incluir las primeras referencias dedicadas al cultivo de hongos. Efectivamente, a pesar de no venir ilustrado con fotografías, el libro estimuló la posibilidad técnica de su cultivo y, de algún modo, contribuyó que la micología sagrada dejara de ser materia exclusiva de científicos y estudiosos y se extendiera entre profanos y curiosos.
Por tanto, no resulta exagerado afirmar que nos hallamos ante un libro excepcional, que combina erudición y rigor científico con información práctica.
(Escrito por Juan Carlos Usó, autor de los libros 'Drogas y cultura de masas' y 'Spanish trip')
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