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La revolución socio-cultural y sanitária del agricultor Josep Pàmies empezó al darse cuenta que la estevia, una planta edulcorante de origen paraguayo, carente de calorías y que además de no producir diabetes ayudaba a sanarla, estaba prohibida en numerosos países, o bien su venta restringida. ¿Cómo podía ser que una 'planta medicinal' fuera ilegal en el mundo civilizado occidental? Su revolución (a la que bautizó como 'una dulce revolución'), consistió en emprender el cultivo de esta planta, ofrecerla a sus clientes y dar a conocer sus propiedades terapéuticas. A esta acción le siguen el interés por otras plantas medicinales prohibidas, olvidadas o bien poco conocidas (como el cannabis, el kalanchoe, la graviola, la artemisa, el cardo mariano, o la cúcuma...). El poder de las farmacéuticas se veía contrastado con la sabiduría de la naturalaza... A través de sus seminarios, charlas y talleres, así como su web, un jardín de plantas medicinales y un libro anterior anterior a este, Josep Pàmies se ha convertido en un icono popular del revolucionario sanitario y contestatario, del activista social y el divulgador de los conocimientos tradicionales y modernos de muchas plantas medicinales. ¿Realmente son necesarios tantos medicamentos modernos, fruto de la investigación química y farmacológica, que a veces tienen más efectos secundarios que beneficiosos? Pues a veces sí lo son. Pero acompañándolos de las plantas medicinales a veces son menos necesarios, e incluso prescindibles. En otras ocasiones éstas plantas incluso pueden remediar dolencias que los fármacos no pueden sanar, o bien que en la medicina oficial no encuentra solución. Y esta es la información que presenta este libro: el testimonio de más de 90 personas que han entrado en contacto con la 'dulce revolución', personas que han buscado ayuda e información por su propia cuenta, para ayudar a mejorar y sanar su estado de salud -a veces incluso en caso de enfermedades graves-, llegando incluso a prescindir de medicamentos de limitada eficacia. Todo esto, claro está, acompañado de cambios en la alimentación y una actitud positiva que facilitara que el organismo se abriera a la sanación. Suele decirse que 'una golondrina' no hace verano, pero estas voces agradecidas que llegan de todas los rincones pueden ser también un foco de luz que ilumine y guíe a otras personas, ofreciendo inspiración a quienes no encuentran solución para sus dolencias en la medicina oficial, o bien deseen reducir los efectos secundarios de los tratamientos convencionales. Pero enfatizando al mismo tiempo la importancia de buscar información y soluciones nosotros mismos, así como tener una actitud participativa, positiva y realizar cambios en la alimentación. |
Índice del Libro |
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El objetivo de 'La Dulce Revolución de las Plantas Medicinales' es promocionar el cultivo y uso de las plantas como base de una alimentación saludable y como fuente para resolver pequeños y graves problemas de salud. Ha transcurrido el tiempo suficiente como para adquirir cierta experiencia y tener los testimonios necesarios para llevar a cabo un trabajo de recopilación que sirva como libro de consulta a quienes padecen cualquier dolencia. Son testimonios con nombres y apellidos, personas que han querido manifestar su vivencia, su forma de curación para que sirva a quienes pasen por procesos de enfermedad semejantes (su contacto se encontrará en la web: www.dolcarevolucio.cat Es preciso constatar que en la mayoría de los casos parten de una limpieza del organismo, consumiendo alimentos que lo alcalinizan, evitando o reduciendo considerablemente durante el proceso los lácteos, las harinas refinadas y las carnes procesadas; de esta forma, la sangre y el organismo se purifican y se fortalecen, siendo capaces de responder con más fuerza a los estímulos curativos de los principios activos de las plantas o de cualquier terapia. Paralelo a todo ello, cobra fuerza el poder de la mente, aprender a reconducir las emociones, saber canalizar un disgusto, un estrés laboral, un odio, una ira... factores psicológicos que son muchas veces fuente de la que emana la enfermedad. Estas personas que muestran aquí su testimonio son la evidencia que cualquier enfermedad, por maligna que sea, es posible vencerla, que los métodos no tienen por qué ser violentos, dolorosos, y que la naturaleza nos ofrece grandes tesoros para nuestra curación, algo que habíamos olvidado. Este libro es la «investigación clínica» que no se quiere hacer por falta de interés económico, por tener menos efectos secundarios que los medicamentos convencionales y, en muchos casos, por tener una mayor efectividad. Actualmente, solo se investiga en humanos con productos farmacológicos patentables; las plantas, el agua de mar... no son patentables, en consecuencia, no se investigan. Los testimonios son la esencia de la Dulce Revolución de las Plantas Medicinales: compartir una experiencia curativa estimula a quien comparte y a quien la recibe. Los testimonios han sido siempre una cadena de transmisión de conocimientos y gracias a ella la humanidad ha ido progresando y superando a lo largo de la historia pequeñas dolencias y grandes plagas bíblicas. También son una herramienta que da confianza a cualquier persona que quiera ayudar a sanar. Pueden también ser el estímulo que un científico necesita para emprender una investigación, en las múltiples dificultades que en el camino le surjan. La lectura de estas páginas alentará a las personas enfermas, dándoles confianza ante un diagnóstico adverso, serán el efecto placebo para poder recobrar la ilusión necesaria e intentar nuevos caminos. Gracias a los testimonios, nuevas plantas, nuevos hábitos, nuevas terapias de bajo coste afloran y sirven para avanzar en la consolidación de una sanidad más holística. No queremos despreciar buena parte de la asistencia sanitaria actual: la diagnosis, las urgencias, la cirugía, la labor del personal sanitario... solo queremos añadir a todo ello el uso del poder curativo de las plantas y la incorporación de nuevas terapias de bajo coste para conseguir una sanidad más humanizada. |
En los últimos años estamos viviendo una ofensiva legal y mediática contra las plantas medicinales y contra los que las promueven. Buena prueba de ello es la directiva europea 2004/24/CE que entró en vigor en mayo de 2011, la cual, de aplicarse literalmente, prohibiría la venta de muchas de estas plantas y limitaría las que obtuvieran aprobación oficial a las farmacias. Paralelamente, vivimos un boom de la «farmacia verde» que pretende sustituir el uso de plantas naturales que pueden cultivarse en casa por productos cada vez más caros procesados por los grandes laboratorios. Corremos el riesgo de que desaparezca la sabiduría ancestral que reconoce las propiedades de las plantas y que su inmenso potencial terapéutico quede cada vez más reducido a pequeños grupos marginales y no llegue al público general. Josep Pàmies y la asociación Dulce Revolución trabajan de forma admirable para evitar que esto ocurra. Promueven una mirada sobre la naturaleza que no es de dominio ni simplemente utilitarista, sino que la reconoce como nuestro hogar, como un regalo inmerecido que cabe explorar con regocijo y agradecimiento. Y, sobre todo, sin miedo. «¡Cuidado con las plantas!», nos dicen algunos. Y nos citan casos aislados que no son representativos, mientras olvidan mencionar que los medicamentos de farmacia son hoy la tercera causa de muerte en los países más ricos del planeta. Con prudencia y buen asesoramiento, mas sin ningún miedo, te propongo estudiar los testimonios de este libro a modo de inspiración para, antes que nada, cambiar la mirada hacia la enfermedad y las dolencias y alejada de la excesiva dependencia de una industria farmacéutica y un sistema de salud que desempoderan. Cambiar la mirada, reconociendo la complejidad y los límites, pero no permitiendo que ni el Estado ni los expertos decidan por ti. (Teresa Forcades i Vila) Cáncer de mama Me llamo Carmen, tengo sesenta y nueve años y el 16 de octubre de 2015 me noté un hundimiento en el pecho derecho. El 21 me hicieron una ecografía y acto seguido una biopsia por la alta probabilidad de que se tratara de un tumor. El 26 me confirmaban que tenía un tumor maligno de 2 cm aproximadamente (índce de reproductividad del 30). A partir de aquí pasé tres semanas en las que me hicieron todo tipo de pruebas para asegurarse y saber a ciencia cierta qué tipo de tumor era, dónde estaba, etc. Me hicieron una nueva ecografía, una resonancia magnética, una grammagrafía ósea, ecografía abdominal y radiografía de tórax. En este proceso descubrieron que tenía otro tumor de apenas 3 mm a 2 centímetros de distancia del primero. Todas estas pruebas fueron definitivas a la hora de detectar este segundo tumor, que quizá de otro modo no hubieran visto. El médico me dijo que tomara un tratamien to hormonal (inhibidor de estrógenos) durante dos semanas, después de las cuales me operarían y extirparían los dos tumores. Después ya se vería si necesitaría quimio, radio ... La noticia del CÁNCER (lo escribo con mayúscula porque cuando te lo confirman es una palabra que pesamucho y una no la ve en minúsculas), junto con todas las pruebas médicas, la burocracia, los desplazamientos, el cansancio, la tristeza, la impotencia y un largo etcétera fue algo realmente duro por lo que pasar. Fue cuando apenas empezaba con todas las pruebas que tuve la suerte de enontrarme con una persona que colabora con la Dulce Revolución. Fue una cita de un par de horas y todo cambió. Me explicaron que había muchas cosas que estaban en mi mano. De algún modo sentí que yo podía ser dueña de mi salud. Y todo cambió. Cambié mi alimentación en pro de una dieta alcalina: nada de láteos, carne roja ni azúcar, entre otras cosas. Empecé a tomar tres licuado s al día con diferentes frutas y verduras, cúrcuma, jengibre y pimienta negra. También tomé graviola o guanábana, boswellia y alcachofera en cápsulas e infusiones de ortiga, caléndula y milenrama. Bebí agua de mar (pequeños sorbos a lo largo del día). Comí aloe puro (mezclado con agua). El 26 de noviembre me operaron y me extirparon los dos tumores. Una vez obtenidos los resultados del análisis de los tumores, el médico me llamó personalmente para decirme que estaba realmente sorprendido, pues el índice de reproductividad prácticamente había desaparecido en esas semanas: había bajado del 30 al 2. Incluso me pidió que acudiera a un colega para «enseñar mi caso», lo poco común que era. Por el hecho de haber tenido dos tumores, me programaron radioterapia durante tres semanas, que era lo mínimo. El médico me dijo, literalmente, que me había tocado el gordo. Que era privilegiada y había tenido mucha suerte. Hoy, 2 de febrero de 2016, acabo la radioterapia. Sigo haciendo una dieta alcalina, tomando todo lo que he indicado arriba y, además, en los licuados, kalanchoe, magnesio y bíter sueco (la dosis es un tapón por 1/4 de litro). Se que, verdaderamente, he sido una privilegiada y he tenido mucha muchísima suerte de encontrarme con esta familia en el momento en el que más lo necesitaba. Cáncer de colon Mi madre tiene sesenta y dos años y llevaba un tiempo con dolor de tripa, pero inicialmente quienes la atendieron pensaban que eran gases, hasta que le hicieron unos análisis y los marcadores tumorales estaban por las nubes. Nos mandaron al especialista de medicina interna, el cual la ingresó para que le hicieran un tac y una colonoscopia rápido. Así fue cómo vieron un tumor importante en el colon. A mí me dijeron que el hígado también estaba bastante afectado. Al día siguiente de la co1onoscopia sufrió una peritonitis, así que tuvieron que operarla de urgencia. Aunque la operación salió muy bien, el cirujano nos dijo que el pronóstico era muy malo. Después de recuperarse de la operación tuvo visita con el oncólogo, quien me dijo lo mismo, que por tratarse de una persona joven le iban a dar quimio, pero que «no había mucho que hacer». Yo me negué a dejar las cosas así, y más aún al ver unos médicos tan fríos, así que me puse a investigar. Esto me hizo llegar a la Dulce Revolución y a otra gente que me ha ayudado también muchísimo. Lo primero que hice, y para mí lo más importante, fue un cambio radical de los hábitos alimenticios. Surpimí por completo el azúcar, las harinas, casi todas las carnes y la leche. Básicamente comía verduras, hortalizas y fruta, algo de pollo, pescado y frutos secos. Por las tardes, haacía un zumo de frutas y ahí añadía la kalanchoe (unos 11 -15 g) y una infusión de estevia, y por la noche la otra toma de kalanchoe en una ensalada. Dos veces al día se bebía diez gotas de diente de león diluidas en agua. También por la noche tomaba otra infusión de estevia y fitoterapia hepática, además de un chupito de agua con magnesio puro. Cuando volvimos al médico dijo que iba a dejar de tratarla con la quimio, ya que no había mejoría, que esperaba otros quince días a ver cómo la encontraba. Mi madre, en esa temporada, estuvo fatal. Casi no hablaba, no salía de la cama, tenía la cara y los ojos amarillos, las piernas y la tripa hinchadísimas. Pero, poco a poco, empecé a ver cómo, de repente, cada día estaba menos hinchada, el color amarillo se transformaba en un color de cara alegre, la energía empezó a subir ... Al volver al oncólogo, este no creía los resultados de los análisis: todos los marcadores habían bajado muchísimo. Ya han pasado dos meses y cada vez que vamos al médico (cada quince días) sigue en la misma línea, bajando muchísimo todo. El hígado ha empezado a funcionar (ya que antes tenía una insuficiencia hepática importante). Estamos todos que no nos lo creemos: supercontentos. Actualmente no le doy kalanchoe, ya que he tomado un descanso y la he sustituido por una pastilla al día de graviola con moringa. Hoy por hoy seguimos luchando contra esta enfermedad, pero tenemos mucha esperanza y yo sé que va a vencerla. Es largo, pero tenemos herramientas en nuestras manos. Nunca se puede tirar la toalla ni esperar a que los médicos hagan su trabajo mientras nos quedamos cruzados de brazos. Animo a toda la gente. Y os animo a vosotros a haceros escuchar y a seguir dando vida y esperanza. Cáncer de estómago Me llamo Miguel, tengo cuarenta y siete años y soy de Madrid, aunque este último año y medio he residido en un pueblo de Ávila para estar cerca de un entorno natural. En diciembre de 2014 me diagnosticaron un adenocarcinoma de estómago de células en anillo de sello (biopsiado en una lesión de unos 7 mm), No hubo síntomas. Se detectó en una revisión del aparato digestivo por infección de anisakis en una clínica de Madrid, donde me propusieron la extirpación del setenta y cinco por ciento del estómago para curarme. Inmediatamente después del diagnóstico inicié una dieta vegetariana ecológica y tomé infusiones de guanábana (graviola) en semanas alternas desde el primer momento. Elaboré también un protocolo complejo de: baños de sal, enzimas, vitaminas, dicloroacetato, magnesio .... En febrero de 2015 acudí a una clínica de Navarra para confirmar el diagnóstico. Allí me propusieron la extirpación del cincuenta por ciento del estómago, de manera preventiva, al no detectarse ya la enfermedad, pero sí una predisposición gen ética a la misma. Además, se analizaron las biopsias obtenidas en la clínica de Madrid y se confirmó que las células cancerosas tenían mi ADN. Desde junio de 2015 he hecho revisiones cada seis meses con endoscopia y ecoendoscopia, sin evidencia de enfermedad. Con respecto a la toma de infusiones, hago descansos después de las revisiones con un mantenimiento de un mes y dos de descanso aproximadamente. En este momento (mayo de 2016) ya no voy a ir cada seis meses a revisión sino dentro de un año, por lo que aún no he fijado el protocolo exacto. La última revisión de este mes de mayo ha confirmado ausencia de enfermedad. En la revista de Discovery Salud de este mes de mayo hay un reportaje completo de mi experiencia (obviamente han visto todos los informes médicos que acreditan el caso). Mi objetivo es compartir la información para que pueda servir a otros, entendiendo que el protocolo que he empleado no tiene por qué tener el mismo resultado en otras personas, entre otras cosas porque el nivel de disciplina que requiere es extraordinario y porque cada tipo de cáncer puede requerir actuaciones díferentes o complementarias. Mi experiencia tiene la particularidad de estar exhaustivamente documentada con informes de centros hospitalarios de máximo prestigio en cuanto a medios tecnológicos de diagnóstico. |
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