Comentario de la Librería
Cuando Juan Carlos Usó, el autor del libro, estaba escribiendo su tesis doctoral sobre la historia de las drogas en la España moderna (un estudio dirigido por Antonio Escohotado), se dio cuenta de que los persistentes rumores que señalaban al Estado como introductor de la heroína, u otras drogas, en diversos contextos sociales con el objetivo de desmovilizar colectivos potencialmente problemáticos, carecía de evidencias que pudieran dar pie, sustentar o corroborar a tal sospecha (una creencia que andaba bastante extendida por amplios círculos sociales, e incluso entre algunos grupos políticos).
¿Dónde podrían encontrase las 'fuentes' de información que dieran testimonio de esta intención oculta de los Gobiernos? Esta era una información que parecía difícil de encontrar, o quizás sencillamente que no existía.
Juan Carlos Usó, en este exhaustivo ensayo, se enfrenta a la difusión de esta 'leyenda urbana' estudiando la situación tanto a nivel internacional (por ejemplo, las guerras del opio en China o el caso de los EE.UU.) como en lo referente a España, así como el caso particular del País Vasco. Y para ello rastrea información en periódicos antiguos, literatura de lo más diversa, considera perfiles psicológicos tanto de usuarios como de personas que divulgaron esta sospecha y acusación, posibles móviles estatales, las propiedades de las sustancias así como la situación y actitud de los colectivos de usuarios... Da la impresión que el autor no ha olvidado ninguna fuente por consultar, lo que convierte a este estudio en un modelo a seguir y a tener en cuenta de cara a futuras instigaciones.
Finalmente las supuestas fuentes brillan por su ausencia, mientras que las informaciones que desarticulan esta posibilidad empiezan a aflorar -al mismo tiempo que los móviles psicológicos de los dedos acusadores empiezan a despuntar-. El autor sí que topa con servicios secretos o brazos del ejército implicados en el tráfico de estupefacientes, pero principalmente como una rama más de este movimiento atomizado con mil tentáculos anónimos, y más con fines lucrativos o de autofinanciación que con el propósito de utilizar las drogas como 'arma de estado'. Detrás de esta 'leyenda urbana', así como de las acusaciones 'paranoicas' dirigidas contra el Estado como mano invisible en la diseminación de la heroína, Usó encuentra otros elementos de interés, como el desconocimiento de los usuarios en relación a las propiedades de esta sustancia así como la falta de prevención, a la vez que el victimismo y a falta de asunción de la propia responsabilidad a la hora de aproximarse a un juego que tenía sus propios riesgos, o bien la conveniencia y la fascinación a la hora de elaborar de una explicación sugerente que sitúe al enemigo fuera de uno mismo -y, particularmente, dentro de las puertas de un Estado maquiavélico-.
Si bien la ausencia de evidencias no implica la evidencia de ausencia, a lo largo de este estudio J.C. Usó deconstruye la creencia 'intuitiva' e infundada de la diseminación de psicotrópicos como ama de Estado, a la vez que apela al uso de la razón para combatir todo tipo de conspiranoias allí dónde las pudiera haber. Cada cuál considerará este estudio a su manera, pero sin lugar a dudas una de ellas es como una obra magistral de investigación y escrutinio de pruebas e indicios sobre los hechos y orígenes asociados a esta leyenda urbana. No en vano, sus más de 200 páginas vienen apoyadas por 638 notas al final del libro, citando fuentes consultadas. El debate está servido.
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