Comentario de la Librería
(Del prólogo de Antonio Escohotado)
Quien crea que el arte psiconáutico es una incumbencia fundamentalmente masculina quedará estupefacto al leer este libro. Y no digo una palabra más sobre ello, ya que sus páginas -resumidas en el índice de la obra- excusan cualesquiera aclaraciones.
Por lo que respecta a sus editores, Cynthia Palmer y Michael Horowitz pueden ser definidos desde diferentes perspectivas. Pareja hace largos años, con algunos hijos tan célebres hoy como Winona -sí, Winona Ryder-, combinan el talante más libertario con una erudición admirable en su campo, que es la psiconáutica misma. Los lectores del mundo deben a Michael la antología Moksha, única compilación fiable de escritos huxleyanos sobre drogas, así como buena parte del Design for Dying, última obra de Timothy Leary. Los lectores norteamericanos deben a ambos el hecho de haber creado una excelente librería -sin duda la mejor del planeta sobre estos temas- en el corazón de California.
Los Horowitz -o, si se prefiere, los Palmer- compusieron este libro como rigurosos científicos. Tras una desapasionada introducción, que presenta los materiales, han trabajado en dos niveles. Uno les corresponde enteramente, y ofrece un pionero ensayo sobre mujeres y drogas en la mitología y la historia anterior al siglo XIX. El otro es una meticulosa recopilación de testimonios femeninos sobre la ebriedad, desde entonces hasta nuestros días, precedidos todos ellos por una ilustrativa nota introductoria.
Como siempre sucede, la realidad supera a la fantasía. Los testimonios, pasmosamente amenos, exhiben el detalle de cada consciencia histórica. Su tesoro de observaciones muestra, por ejemplo, hasta qué punto tomar drogas había sido examinado con lupa, matizadamente, mucho antes de lo supuesto; muestra también cómo fueron naciendo los estereotipos actuales, unas veces al amparo del caso particular y otras por razones teológicas. En definitiva, realidad de la buena, con opiniones para todos los gustos, que casi siempre van más allá del opinar y describen experiencias, trances del ánimo.
Como historiador del tema, sólo puedo añadir que siento rabia por no haber conocido este libro antes. Habría escrito Historia general de las drogas con bastante más conocimiento de causa. Cuando cayó en mis manos, hace un par de años, era ya demasiado tarde para iluminar la crónica del último siglo y medio con la desconcertante riqueza de estas informaciones.
Sin embargo, la rabia del historiador no debe contagiárseles: lean y entérense, vean cuántos criterios y situaciones evoca la ebriedad. Tampoco pierdan de vista que no se trata de ebriedad en general, sino de la ebriedad específicamente femenina, pasada hasta ahora por alto en gran medida. Se trata de un libro sin duda insólito en los anales, tan útil para el simple interesado como precioso para el investigador.
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