Comentario de la Librería
Escrito cinco años después del deceso de Aldous Huxley, este libro es el recuerdo y el testimonio de los años que su segunda esposa Laura pasó con este eminente escritor, humanista y visionario.
Para los enteogenistas este es un relato fundamental, pues abarca el período en el que A. Huxley se interesó, exploró y escribió más sobre el tema de las sustancias visionarias. Si bien a los años que pasó con María, su primera esposa, se deban escritos como Un mundo feliz, el ensayo Se busca un nuevo placer, Contrapunto o La filosofía perenne (un estudio sobre las religiones y el misticismo que abría las puertas a los ensayos por venir), no fue hasta 1953, poco antes de contraer matrimonio con Laura, que Huxley no entró de lleno en el estudio, experimentación y redacción de ensayos sobre los psiquedélicos-llegando a convertirse casi en uno de sus principales gurús, al menos en el plano del ensayo, de la filosofía. No en vano, A. Huxley fue y sigue siendo considerado como uno de los escritores con una cultura y formación humanista más sólidas del siglo XX.
Violinista de formación e italiana de nacimiento, Laura contrajo matrimonio con A. Huxley en el año 1956, tres más tarde de que este publicara los pequeños y fundamentales ensayos sobre la experiencia visionaria con mescalina (Las puertas de la percepción y Cielo e infierno). Dedicando el libro a su relación con Huxley, a un retrato de su vida cotidiana, su quehacer, sus pensamientos, sus silencios, su querer, en cierta manera el escrito acaba convirtiéndose en su mayor parte en una extensión de la visión de Huxley de los psiquedélicos, sus implicaciones filosóficas, su relación con la cultura, con la vida diaria, con la respuesta al mundo. Desde la primera experiencia con mescalina de Laura, pasando por los ensayos que escribió, la frenética actividad que mantuvo de entrevistas y conferencias, la redacción de la emblemática novela La Isla, numerosas cartas y un capítulo de un libro inconcluso de Aldous, hasta el recuerdo del tránsito de su esposo, en el que se valió de la LSD para facilitar la plena conciencia durante este instante, van confirmando el paisaje multicolor de este libro.
Para aficionados a los libros de enteógenos esta biografía representa una 'novedad' más que agradable: está escrito por una mujer. Esta característica, que podría parecer irrelevante, no lo es. Al finalizar el libro el lector se da cuenta de que los arabescos, las promesas, abstracciones, análisis grandiosos y estudios demoledores de la cultura brillan por su ausencia en este escrito. Si bien la mente masculina es más racional, más planificadora y más abstracta, aquí la pluma de una mujer nos baja a lo concreto, a lo simple, a lo cotidiano, a la observación de lo pequeño, a los detalles; al presente. No es que en los libros de A. Huxley (o en otros) este 'elemento masculino' ofenda o moleste, pero teniendo en cuenta que la mayoría de escritos sobre psiquedélicos están elaborados por mentes racionales no está de más el poder deleitarse con una contrapartida que nos adentra en el mundo de los visionarios mediante hechos y detalles cotidianos, sin las pretensiones y especulaciones de la mente racional, y sin que por ello el texto deje de brillar por su gran interés.
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