Fragmento del libro
PRINCIPIO DEL LIBRO
El estudio comparativo de las mitologías del mundo nos hace ver la historia cultural de la humanidad como una unidad, pues encontramos que temas como el robo del fuego, el diluvio, el mundo de los muertos, el nacimiento virginal y el héroe resucitado se hallan en todas las partes del mundo, apareciendo por doquier en nuevas combinaciones, al tiempo que permanecen sólo unos pocos elementos, siempre los mismos, como en un calidoscopio.
En los relatos contados con ánimo de entretener, estos temas míticos se tratan con ligereza, con un espíritu obviamente de juego, mientras que en contextos religiosos se aceptan no sólo como verdades de hecho, sino incluso como revelaciones de aquellas verdades de las que toda la cultura es un testigo vivo, y de las cuales derivan tanto su autoridad espiritual como su poder temporal. Aún no se ha encontrado una sociedad humana en cuyas liturgias no se hayan puesto en práctica tales motivos mitológicos, en la que éstos no hayan sido interpretados por profetas, poetas, teólogos o filósofos, presentados en el arte, magnificados en la canción y experimentados mediante el éxtasis en visiones enaltecedoras de la vida.
De hecho, la crónica de nuestra especie, desde su primera página, no sólo ha sido una enumeración del progreso del hombre hacedor de herramientas, sino también, más notablemente, una historia de la aparición de irresistibles visiones en la mente de los profetas, así como de los esfuerzos de las comunidades de la tierra por encarnar alianzas sobrenaturales. Cada pueblo ha recibido su propio sello y signo de un destino sobrenatural, comunicado a sus héroes y comprobado cada día en las vidas y experiencias de sus congéneres. Y aunque muchos de los que adoran a ciegas los santuarios de su propia tradición analizan y descalifican racionalmente los sacramentos de otros, una comparación honesta revela de inmediato que todos ellos provienen de un único fondo de motivos mitológicos, seleccionados, organizados, interpretados y ritualizados de formas diversas de acuerdo con las necesidades locales, pero reverenciados por todos los pueblos de la tierra.
FINAL DEL LIBRO
La mitología, y por tanto la civilización, es una imagen poética, supernormal, concebida como toda la poesía en la profundidad, pero que se muestra susceptible de interpretación a distintos niveles. Las mentes superficiales ven en ella el escenario local; las más profundas, el primer plano del vacío; y en medio están todos los estadios del Camino desde lo étnico hasta la idea elemental, desde lo local hasta el ser universal, que es Cada Hombre, como él a la vez sabe y teme saber. Porque la mente humana, en su polaridad de formas de experiencia por parte del hombre y la mujer, en su paso de la infancia a la madurez y a la vejez, en su dureza y en su delicadeza, en su diálogo continuo con el mundo, es la zona mitogenética última, la creadora y destructora, la esclava y sin embargo dueña de todos los dioses.
|