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En su anterior libro, La prueba del cielo, el doctor Eben Alexander narraba una experiencia cercana a la muerte que le aconteció a consecuencia de una meningitis aguda (de la que se recuperó, contra todo pronóstico médico, de una forma milagrosa o inexplicable, según él, debido al contenido y desarrollo de su experiencia espiritual, que posteriormente fue capaz de recordar con gran detalle). El libro del Dr. Alexander alcanzó elevadas cuotas de ventas tanto en EE.UU. como en otros países, una recompensa no del todo inmerecida. La extensión y complejidad de su experiencia, así como lo inaudito de su recuperación, hacían de este relato un caso excepcional en relación a otros testimonios de experiencias cercanas a la muerte (por lo general, más simples y con una narración más breve, aun que igualmente impactantes). En este segundo volumen el doctor Eben se adentra en un proceso de búsqueda, análisis y reflexión sobre este tipo de experiencias, tanto ECMs como vivencias místicas acontecidas de forma espontánea, para saber qué podemos aprender de ellas: sobre su verosimilitud y el enorme impacto que provocan en la persona que las vivió, qué nos pueden decir sobre la naturaleza del alma humana, de la supervivencia de la conciencia y sobre la naturaleza espiritual de la creación. Para ello el autor considera fuentes filosóficas y textos de antiguas religiones mistéricas, relatos de místicos y reflexiones de científicos, para elaborar un 'corpus' que se desarrolla con ingenio, pasión y elegancia sobre los temas que despiertan el interés a las personas que han vivido una ECM. En el libro también se presentan numerosos testimonios de los lectores de su primer libro, que se abrieron por primera vez a narrar experiencias que anteriormente no habían compartido con nadie, por miedo a ser tomados por 'locos'; en este sentido Eben Alexander se convirtió también en una especie de confesor y de receptáculo de bellas e íntimas descripciones de experiencias espirituales (muchas de ellas relacionadas con el deceso). El resultado es una reflexión sincera, apasionada y lúcida: una investigación que se supone debería haberse hecho antes, pero que en todo caso aquí está expuesta con acierto. A pesar de ser un libro divulgativo y, nuevamente, un éxito de ventas en EE.UU., el resultado es a la vez de gran calidad; una reflexión que con toda seguridad ha resultado útil al autor, y que lo será también para el lector. |
Índice del Libro |
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¿Hay algo más allá de la vida? ¿Es la muerte el final de la existencia? ¿Cuál es el aspecto del alma cuando deja el cuerpo? Cuando el doctor Eben Alexander publicó el libro La prueba del cielo, en el que relata su propia experiencia cercana a la muerte, cientos de lectores de todo el mundo contactaron con él para compartir la profunda emoción que habían sentido al leerlo. Gracias a esos testimonios, el doctor Alexander se dio cuenta de que relatar su historia había permitido a las personas redescubrir lo que nuestros antepasados ya sabían: que hay un más allá después de la vida y del universo, además de nuestra existencia terrenal. El mapa del cielo recoge los pensamientos de líderes espirituales, filósofos, escritores, neurocientíficos y personas de a pie sobre la supervivencia del alma después de la muerte, el misterio de la existencia, el desarrollo de la conciencia y los límites de la ciencia para dar respuesta a estos fascinantes fenómenos espirituales. En esta obra los autores nos invitan a reflexionar sobre quiénes somos y cuál es nuestro verdadero destino. |
En la década de los setenta, un biólogo marino llamado Alister Hardy, quien hasta ese momento era conocido principalmente por su trabajo relacionado con la biología de la corriente del Golfo, estableció un centro para estudiar el componente «interno» de los seres humanos. Hardy sentía que este componente no había sido explicado con éxito por la ciencia cerebral: estaba convencido de que la mente era más que solo el cerebro y quería averiguar qué le podría decir la gente común al respecto, si es que le decía algo en este sentido. Hardy y su equipo enviaron una serie de cuestionarios y, pasado un tiempo, reunieron más de tres mil reportes de personas que habían estado en contacto directo con esta dimensión interna. Hardy estaba abierto a escuchar a cualquiera que tuviera una historia legítima que contar, y su única advertencia era que le interesaba la gente común que hubiera tenido una experiencia como tal: nada de sermones, de panfletos ni de intentos por convencerlo a él o a sus socios de tal o cual verdad dogmática religiosa: a Hardy le interesaban los datos, no la propaganda. Era un verdadero científico, un buscador de la verdad. Simplemente eligió buscarla en un campo donde la mayoría de sus colegas científicos creían que no había ninguna. Hardy jamás hizo creer que el trabajo que estaba llevando a cabo fuera científico y que sus resultados pudieran interpretarse en un laboratorio: sabía que los reportes que recibiría no contendrían nada que pudiera aislarse en un vaso de precipitados o pesar en una báscula ... Para él eso no tenía importancia. Al atreverse a sentirse así, estaba siguiendo directamente los pasos del filósofo y psicólogo estadounidense William James (1842-1910), hermano del novelista Henry James. William James había revolucionado la exploración científica de los fenómenos espirituales con su libro Las variedades de la experiencia religiosa (1902). En este y otros libros, James hizo la innovadora sugerencia de que el hecho de que fuera imposible atrapar las experiencias espiritualesy examinarlas en un laboratorio no significaba que no fueran reales. |
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