Poeta y místico de la vía del tao
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Biografía |
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Libros del Autor |
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Lao Tse es el personaje al que la leyenda atribuye la composición del Tao Te King, el famoso tratado filosófico y místico de la antigua China.
Poco se sabe de esta figura, al menos a nivel histórico. Puede decirse que durante siglos la aproximación a Lao Tse se ha hecho más a través de leyendas que a mediante de la recopilación y verificación de datos históricos. Incluso se ha llegado a sugerir que Lao Tse no existió en modo alguno, y que los redactores del Tao Te King fueron un grupo de personas que quedaron en el anonimato. Pero posiblemente esto sea también una leyenda, pues si bien es cierto que en las diversas copias antiguas del Tao Te King que han llegado hasta nosotros se encuentran variaciones y modificaciones debidas a las distintas épocas y personas que lo copiaron, lo más sensato es pensar que el libro parte de un sólido núcleo inicial.
Desde el punto de vista histórico, lo que puede asumirse es que Lao Tse era un funcionario de la corte China (y más o menos contemporáneo de Confucio) y que alcanzada cierta edad decidió emprender un camino de retiro. A lomos de un buey se disponía a cruzar la frontera cuando un funcionario de aduanas le impuso la condición de que escribiera en un libro aquello que sabía: de aquí el origen del Tao Te King.
Pero la leyenda cuenta las cosas aun mejor. Dícese que Lao Tse ya nació anciano... Salió del vientre de su madre a la avanzada edad de 81 años (tantos como poesías o aforismos contiene el libro que se le atribuye), y que desde el nacer, ya con una barba y con pelo blanco (expresión de sabiduría) empezó a compartir sus profundas intuiciones con aquellas persona que le escuchaban.
También se narra un 'famoso' encuentro de Lao Tse con Confucio, el otro gran filósofo de la antigua China (persona amante de los dogmas, los rituales y las tradiciones). Lao Tse, en cambio, proponía que el quid para la solución a los problemas del mundo consistía en dejar que las cosas fluyeran, estar en armonía con el entorno, saber adaptarse y danzar con las condiciones cambiantes del mundo, o saber recibir sin necesidad de imponer nada a los demás. Ante la 'imposibilidad' de ponerse de acuerdo, y también tras mostrar Confucio admiración ante la sabiduría de Lao Tsé, este último se despidió diciendo: «No es necesario que el cisne se lave todos los días para que permanezca blanco.»
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