Introducción del libro
Introducción. Chamanismo: la vía de la mente nativa
Las llamadas Medicinas Tradicionales Indígenas (MTI), que llevan tras de sí una investigación milenaria en el gran laboratorio espacial Tierra, han acumulado un ingente y poderoso conocimiento que ha sido y está siendo investigado actualmente de forma metódica por occidentales que comenzaron buscando sus propiedades médicas extraordinarias, sus propiedades comerciales y, en estos últimos tiempos, sus extrañas propiedades para la apertura de la consciencia.
Este devenir, hoy llamado globalización, también ha traído invasiones sobre los territorios indígenas en los que sus pobladores parece que siempre acaban perdiendo. Por otra parte, parece que el planeta y las mareas humanas de todos los tiempos tratan de que los seres humanos se pongan en contacto, sin saber muy bien si esta encomienda está siendo bien realizada. La selva languidece y su devaluación parece ir en caída libre. Sin embargo, algunos investigadores han penetrado en este saber milenario atraídos por este conocimiento. Una elección que puede conllevar un acierto, ya que las parabólicas con acceso en plena selva a base de neón y descapotables raptan a los jóvenes indígenas hacia las ciudades, despreciando el saber de sus padres. El trasvase de esta sabiduría insondable puede que se esté realizando antes de que desaparezca.
(...)
Hay desaprensivos en centros chamánicos explotando imágenes hipnagógicas, y otorgándose el ser poseedores del conocimiento, incluso algunos indígenas colaboran en el desastre. Las vivencias positivas y negativas se mezclan produciendo un barrizal de confusión, aunque también se dan algunas curaciones espectaculares. Desde hace años, numerosos grupos de honestos maestros curanderos están llamando la atención sobre la progresiva degradación de su medicina que está pasando de ser un medio de curación y conocimiento a convertirse en un medio de perversión. Nos preguntamos incluso si puede haber un exterminio de la planta ayahuasca, pues está desapareciendo de la selva, no solo debido a la sobreexplotación, sino porque, al parecer, cuando se planta no brota. La complejidad de la situación requiere ir con lupa en estos lugares para ver dónde está la bondad y el conocimiento, dado que la simbiosis de plantas, animales y personas, como espejo de la Naturaleza, se ha roto en mil añicos. También los maestros curanderos tratan de adaptarse a esta nueva situación que conlleva desaciertos y abusos. Debido a esta situación, este libro ha ampliado sus miras, de cara a generar prudencia, ya que las tomas de plantas no se pueden confundir con un McDonald's. Ya sea por desesperación o por propaganda en el exprés internáutico, lo cierto es que en la naturaleza todo reclama su tiempo de maduración, y especialmente la sutileza peligrosa de este conocimiento. Por ello, ponemos especial atención al repensar que la medicina indígena tiene una historia milenaria que muchos se la saltan con desagradables consecuencias. El caos está servido y el laberinto, también, y con ello los peligros y las oportunidades, puesto que allí donde no hay un férreo control, lo bueno y lo malo campan a sus anchas.
Las MTI tienen un conocimiento y un poder a través de sus técnicas, dietas y plantas, en relación con el impacto que ejercen en el interior del ser humano, que algunos comparan con el poder atómico en el mundo exterior. Por ello, la investigación científica tiene sus miras puestas desde hace tiempo en las muchas especies de flora y fauna que la América indígena ofrece, pero todavía hay muchas que están aún por ser descubiertas. Desde hace poco tiempo, también hay un interés por las extrañas plantas que los indios utilizan como sacramento religioso que, si en el siglo XVI se consideraban algo satánico por algunos misioneros, hoy, sin embargo, son de interés científico y psicoespiritual. Sobre este conocimiento, el maestro curandero advierte: si quieres saber, has de entrar con nosotros, es decir, has de practicar en primera persona.
(...)
El buen maestro curandero se mueve en un océano de humildad que contrasta con ese imperialismo occidental cultural basado en convertir lo que sabe, por azar y necesidad, en verdades universales; aunque esta prepotencia cae cuando se participa de otro saber cómo es el de las MTI, pero esta caída puede hacerse en dos vertientes. Si una hace emerger el asombro y la buena disposición, la otra puede hacer que el buscador se desplome hacia la iluminación perversa, la explotación, el neocolonialismo y la locura. Y aquí ya hablamos de la ayahuasca unida a otras plantas llamadas psicoactivas, que los indígenas consideran como plantas maestras, sagradas, que requieren años de preparación para poder conocerlas.
Temo que el marco de los psicodélicos y drogas en general, cuya acción silvestre es probar y ver qué pasa, sea el que se despliegue a la hora de conectar con estas plantas de la cultura indígena. La consecuencia puede ser en parte el desastre de los expertos, como se puede apreciar ya a niveles mediáticos, lo que nos provoca una gran incógnita sobre el futuro inmediato de las MTI.
Hay dos leyes en el conocimiento indígena: una es que el conocimiento se da por transmisión, la Kushma, de maestro a discípulo, que requiere de años, y cuyo compromiso ineludible actúa en las antípodas de la cultura de las comidas rápidas; la otra, que no cabe en el pensamiento racional, es la existencia de los espíritus como entidades inmateriales. Paralos indios curanderos, la existencia de los espíritus es una piedra angular en su tradición milenaria: son los agentes de la curación y de su poder. Es... ¡tanto!... que su conocimiento depende de ello. Para algunos occidentales, que incluso han participado de forma más o menos seria en primera persona, los espíritus son arquetipos mentales incrustados en el inconsciente. Para algunos neurocientíficos, esos espíritus son los principios activos bioquimicos, y para muchos racionalistas son simplemente fantasías, cuando no patología.
Para los indígenas, el mundo material y mental siempre está siendo penetrado por fuerzas extrahumanas (supra e infrahumanas) que actúan desde niveles destructores o benefactores, que hacen su trabajo, habitando en un plano intermedio entre lo humano y lo divino. Los seres humanos actuarían (y serían) en relación con la forma en que sintonicen con estas fuerzas. Por ello, su medicina consiste en un proceso ineludible en el uso radical de limpieza y purgación personal, lo que conlleva el uso de potentes plantas vomitivas y estrictas dietas y aislamientos, para acceder posteriormente a las plantas maestras. Estas entregarán al neófito, en el momento adecuado, su conocimiento y poder; además de ponerlo en contacto y bajo la ayuda de espíritus benefactores para encarar el misterio, el terror en su grado máximo, afrontando pruebas de espíritus destructivos e incluso hasta la muerte. Una vez que el maestro curandero fallece, el poder regresa a las plantas. Los espíritus benefactores suelen ser maestros ya difuntos del curandero. Si por una parte existen maestros curanderos benefactores, por otra existen también brujos maleros que se dedican, según afirman algunos maestros benefactores, a atrapar a incautos para su servicio y a cobrar por sus trabajos, sin importarles los daños consecuentes.
(...)
Parece ser que el arquetipo del camino de matriz universal exige pasar por el inframundo, en donde se resuelven las propias sombras, e incluso las colectivas, si es que el neófito quiere convertirse en maestro curandero. Hacerlo sin un maestro curandero legítimo es un riesgo casi mortal. Esperemos que el buen hacer gane terreno, para que el descrédito de una sabiduría de valor incalculable no llegue a privamos de un saber que la humanidad necesita.
(...)
|