Comentario de la Librería
Nos encontramos ante un libro curioso... Ante el problema mayúsculo y global relacionado con la prohibición, adulteración y estigmatización de determinadas drogas, así como las situaciones surrealistas asociadas a la corrupción, las mafias y el narcotráfico, numerosas personas han venido sugerido la posibilidad de que los problemas ocasionados por esta persecución probablemente superen con creces los riesgos que la misma pretendía evitar. Las voces que se han alzado contra esta pintoresca situación provienen de diversos campos del saber: filósofos (como F. Sabater), historiadores (como A. Escohotado), médicos (como T. Sasz) o economistas (como el premio Nobel M. Friedman).
En el presente ensayo nos encontramos con la sorpresa añadida de que su autora ha tenido, a lo largo de los últimos años, destacadas responsabilidades en lo que podría llamarse el entramado de la política 'antidroga' en el estado español -entre otros cargos fue la 'mano derecha' del famoso juez Garzón, cuando este presidía el Plan Nacional Contra las Drogas-. Y su tesis, elaborada después de años de experiencia, vivencias, reflexiones, lecturas y conversaciones, es que una regulación y legalización de las sustancias psicoactivas crearía un marco más seguro para el consumo, la venta, la distribución, la producción y el tratamiento de casos problemáticos que el contexto de ilegalidad actual -y, además, podría debilitar el entramado de mafias y corruptelas que, partiendo del narcotráfico, recubren el mundo hoy en día-.
Ciertamente este no es el primer caso un de 'giro favorable a la legalización' que procede de un 'ámbito oficial' relacionado con el mundo de las 'drogas'. Nos encontramos, también, con el extenso y documentado ensayo de Eduardo López Betancourt, doctor en derecho de la universidad de México, planteando la legalización como 'única' solución a los problemas ocasionados por el narcotráfico (cabe recordar que México es un país que se ha visto duramente castigado por la corrupción y las luchas entre bandas). O bien las reivindicaciones que provienen de algunos sindicatos de la policía inglesa y norteamericana que, hartos de perseguir a usuarios de éxtasis o a cultivadores de cannabis, abogan por la despenalización de las drogas y que la policía pueda ocuparse de la delincuencia común -y quizás la de altos vuelos también-.
¿Realmente son tan peligrosas las plantas y sustancias psicoactivas ilegales? ¿Es efectiva la política de persecución y de prohibición? ¿Puede erradicarse realmente el consumo de sustancias psicoactivas -o de un grupo de las mismas-, así como las mafias asociadas a su producción y distribución, o la demanda de las mismas? Estas son algunas de las preguntas que se plantea la autora del presente ensayo, que trata de responder a partir de su experiencia y extensas reflexiones sobre el tema. A las que pueden añadirse unas cuantas más: ¿Compensa el enorme gasto económico y de fuerzas policiales invertido en la persecución del narcotráfico? ¿Sería tan catastrófica una situación en la que las drogas, actualmente ilegales, pasaran a estar reguladas y se pudieran adquirir a un precio razonable, sin adulteración, prescindiendo del mercado negro, con información más sensata y objetiva que en la actualidad?
El plato está servido, como una invitación para la reflexión. La misma JIFE (Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes), organismo encargado de la aplicación de las leyes antidroga a nivel mundial, ha reconocido en algunas ocasiones que 'los planes' de erradicar la producción y el consumo de sustancias psicoactivas está fracasando a todas luces. En lugar de disminuir la demanda y la presencia de 'drogas' en el mercado ilícito, esta parece que no hace más que aumentar. Entonces, si la política actual para prevenir los riesgos asociados al consumo de determinadas sustancias psicoactivas no ofrece resultados positivos, ¿cuál debería ser el siguiente paso?
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