Comentario de la Librería
Nos encontramos ante una fascinante autobiografía de un gran científico -de una de las mentes más brillantes, independientes y creativas del s. XX. Descubridor de la presencia casi imperecedera del DDT allí donde había sido esparcido, creador de los instrumentos que permitieron detectar el agujero en la capa de ozono, y moldeador, sobre todo, de la hipótesis Gaia: la idea de que el Planeta Tierra se autorregula para permitir que la vida se desarrolle en su superficie.
La visión de Gaia como un planeta viviente, como un macroorganismo, se le ocurrió a Lovelock como si un rayo iluminara su imaginación, mientras se encontraba desarrollando un plan para detectar la presencia de vida en el planeta Marte. En vez de idear aparatos para encontrar bacterias o microorganismos -la nave de exploración bien podría alunizar en un lugar semejante al ártico en el planeta marciano-, Lovelock propuso analizar la atmósfera de dicho planeta. Si era una atmósfera estable, esto implicaba que no había 'vida' -reacciones bioquímicas que la someterían a una permanente inestabilidad... Y esto es lo que ocurre precisamente en la Tierra: nuestra atmósfera mantiene su inestable equilibro químico debido a la presencia de vida. Esto llevó a Lovelock a pensar acerca de las condiciones atmosféricas, de temperatura y acerca de la salinidad del mar, por ejemplo, de nuestro planeta, y plantearse qué relación tenían con la presencia de vida en él. Llegó a la conclusión de que nuestro medio ambiente quedaba totalmente modificado por la presencia de vida en él (hasta ese momento se suponía que la vida sólo se adaptaba a las características y cambios del medio ambiente, sin modificarlo). Y una pregunta se seguía de la siguiente observación: si las 'condiciones' actuales de la atmósfera y temperatura en el Planeta eran las ideales para el desarrollo de la vida en él... entonces ¿era la casualidad la que había llevado a la vida a modificar las condiciones 'vitales' del planeta para poder desarrollarse con más amplitud y variedad en él, o era consecuencia de un propósito intencionado?
Bueno, preguntas e interrogantes a parte, mencionaremos brevemente que Lovelock lanzó la idea de que el Planeta Tierra estaba vivo -como un supra-organismo, y no tan sólo como una entidad que albergaba vida- y, además, que se las ingeniaba para regular la composición química de la atmósfera, la salinidad de los mares o la temperatura para que la vida se desarrollara en su superficie. También llegó a participar en la solución al misterio de la presencia de nubes en el mar: aunque parezca 'obvio', era algo que no se explicaba, pues para la condensación del vapor de agua se necesitan unas pequeñas partículas alrededor de las cuales las moléculas de agua se agrupan (propuso un subproducto de la actividad biológica de unas algas marinas)... En todo caso, sin la presencia de nubes en el mar, la temperatura media del Planeta sería, más o menos, 20ºC superior. Si esto es fruto de una 'planificación' consciente, animada o teológica del propio Planeta, o bien fruto de un proceso 'automático' de autorregulación biodinámica, queda abierto a las consideraciones de cada cual -los científicos estrictos sólo aceptarán un proceso ciego y 'matemático', mientras que los ecologistas más espirituales se inclinarán inmediatamente por una visión más holística y 'plena de significado'...
Pero Lovelock no sólo nos presenta los avatares de su principal y más famosa hipótesis, sino que en esta autobiografía narra su formación como científico, su labor de investigador independiente -la mayor parte de la carrera profesional la desarrolló desde su propia casa, en un entorno rural, trabajando como free-lance para diversas organizaciones y compañías-, sus descubrimientos, los encuentros con numerosos investigadores, sus inventos y la solución que aportó a diversos retos, planteamientos y enigmas. Buena parte del libro está centrada en el desarrollo de la hipótesis Gaia, pero más que una exposición detallada de su desarrollo científico, lo que nos presenta aquí es el surgimiento de la idea, su desarrollo inicial, cómo fue recibida por la comunidad científica (y la ecológica, la religiosa y la artística), las primeras conferencias sobre el tema, los congresos que posteriormente se organizaron, y por último, el reconocimiento internacional con la aceptación de esta hipótesis por la comunidad científica -o al menos, la posibilidad de tenerla en cuenta.
El libro está redactado con un estilo ágil, lleno de buen humor, ingenio, y por qué no decirlo, un pensamiento muy provocativo. No va dirigido a un público especializado -pues Lovelock, muy amistosamente, considera que Gaia pertenece a todos, y no sólo a los científicos-. Cierra este libro con una severa consideración sobre la posibilidad de una catástrofe ecológica inminente, pues considera que el consumo desmesurado de combustibles fósiles, además de modificar la química de la atmósfera y la temperatura 'global' del planeta, induce en la Tierra un proceso de 'retroalimentación' que hace subir la temperatura casi en espiral -rompiendo este mecanismo de 'autorregulación' para la preservación de la vida en el seno del planeta, pasando así a abrir un período de calentamiento en el que la vida misma, y sobretodo la de la superpoblada humanidad, puede verse ante un serio aprieto.
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