Comentario de la Librería
James Lovelock es mundialmente conocido por haber formulado la 'hipótesis Gaia'. Gaia es el nombre que en la antigua Grecia se daba al Planeta Tierra -un nombre y una veneración que situaban al planeta en una esfera similar a los Dioses, un culto a la Madre Naturaleza, al espíritu del mundo, de los árboles y los ríos, el viento y las tormentas. El mundo en el que todos vivimos, y que antiguamente se consideraba animado, poseedor de conciencia, capaz de tomar decisiones a su propia voluntad -por decirlo de alguna manera.
Pero Lovelock, el autor de este libro, no es un antiguo sacerdote griego sino un moderno geobiólogo. ¿Por qué decidió llamar así a su libro, a su teoría? Lovelock es un brillante científico independiente que ha llevado a cabo investigaciones por su cuenta sobre el agujero de la capa de ozono, sobre los CFCs, o sobre el calentamiento del planeta debido a las emisiones producidas por la combustión de combustibles fósiles... Hacia los años 60 llegó a la conclusión de que el Planeta poseía una capacidad de autorregular su temperatura -la temperatura ambiente que permite que todos vivamos en él-, así como la composición química de la atmósfera -para permitir nuevamente el desarrollo de la vida en el mismo... Todo esto llevó Lovelock a lanzar la arriesgada (y a la vez arcaica) hipótesis de que el planeta está vivo -aunque no necesariamente en el sentido de que pueda reproducirse, sino significando que puede 'autorregularse' para lograr ciertos propósitos.
Y sobre esta teroría nos habla el autor al principio de este reconocido libro, en el que se trata ampliamente de las edades de Gaia: de cómo el medio ambiente terrestre se ha ido transformando a lo largo de los eones para acabar albergando la vida en su seno. Asistiremos así al desarrollo de la vida desde la aparición de las primeras bacterias hasta llegar a nuestros días -con el candente tema del calentamiento global debido al uso de combustibles fósiles. Si bien inicialmente sus trabajos no fueron aceptados de buena gana por la comunidad científica, con el paso de los años el reconocimiento de la labor de Lovelock fue ganando terreno, siendo la comunidad de estudiosos del medio ambiente la que otorgó inicialmente su reconocimiento -para pasar a ser aceptada más tarde por una buena parte de la comunidad científica. Este premio a una labor llevada a cabo en solitario durante tantos años fue finalmente coronada por varios premios de ecología internacionales, así como su nombramiento como 'Doctor Honoris Causa' en diversas universidades de todo el mundo (Holanda, Inglaterra, Estados Unidos o Japón).
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