Introducción del libro
Origen de la Agricultura Biológico-Dinámica
En los años 1922/23 varios agricultores que habían advertido la creciente degeneración de semillas y plantas de cultivo, se dirigieron a Rudolf Steiner en pos de consejo. ¿Qué debía hacerse para terminar con este fenómeno que afectaba progresivamente la calidad de las semillas y del alimento?, fue la pregunta que se le formuló. He aquí algunos de los casos mencionados: antiguamente la alfalfa podía crecer y cosecharse en el mismo campo hasta 30 años seguidos; más adelante sólo 9, luego y en el momento de plantearse la pregunta el agricultor podía sentirse bien conforme si lograba hacerla durar unos 4 o 5 años. Antes podía, DURANTE AÑOS, extraer de sus propias cosechas el centeno, trigo, avena y cebada necesarios para la siembra de su campo; pero después tenía que renovar los granos a intervalos cada vez más cortos. Existía una multiplicidad casi caótica de especies diferentes que desaparecían en pocos años. Por otra parte la expansión de las enfermedades de los animales, en particular la esterilidad y la fiebre aftosa, indujo a otro grupo de personas competentes a pedir consejo a Rudolf Steiner.
Con Günther Wachsmuth debíamos hacerle preguntas que más bien concernían a lo etérico de las plantas, la vida de las fuerzas formativas. Rudolf Steiner nos respondió un día, que en realidad no era la planta misma la causa de la enfermedad, «puesto que se forma a partir de lo etérico, que es esencialmente sano», pero que su medio ambiente y, en particular, el suelo sí podían enfermarse. La causa de las llamadas enfermedades de las plantas era menester, pues, buscaría en la tierra y en las condiciones ofrecidas por el medio ambiente en general.
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