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Libros sobre Psicología Transpersonal |
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Claudio Naranjo, maestro en el eneagrama, la terapia Gestalt y la nueva pedagogía, en este libro nos invita a descubrir su larga trayectoria en el sendero de la psicoterapia con psicodélicos y empatógenos. Ya a su llegada a los EE.UU. -con una beca Fulbright-, Naranjo tuvo contacto con una buena parte de la intelligentsia psiquedélica californiana y Norteamericana en general. Más de cerca o de lejos, estableció contacto con R.E. Shultes -que facilitó su encuentro con la ayahuasca-, o con Alexander Shulgin -con quien colaboró durante unos años en la evaluación de numerosas fenetilaminas, como la MMDA, la MDA o la MDMA-. Pero el espíritu aventurero de Naranjo, así como su interés en el potencial terapéutico de estas sustancias, no se conformó con la psilocibina, los nuevos empatógenos o la ayahuasca de la selva colombiana, sino que en su Chile natal emprendió diversos estudios terapéuticos con el uso de la harmalina (uno de los compuestos del yagé) y la ibogaína (el principio activo de la iboga, una planta africana utilizada entre los fang en el culto del bwiti). Durante estos primeros años Naranjo publicó numerosos artículos sobre estas investigaciones, analizando el potencial de estas herramientas en el en el campo de la psicoterapia. De todos modos, cuando llegó la prohibición y con ella la mala prensa de todos estos compuestos, este aprendiz de maestro se retiró de la escena pública en relación a los psicodélicos y prosiguió su labor con la terapia gestalt y el eneagrama, que había conocido a través de Fritz Pearls y Oscar Ichazo. Esto no quiere decir que su labor en este campo cesara; como él mismo comenta en este libro, durante los años de la 'prohibición' muchos terapeutas siguieron utilizando con discreción y a un nivel 'underground' estas herramientas como un catalizador del proceso terapéutico, tanto en EE.UU. como en Europa. Estos asuntos y muchos otros es lo que nos cuenta en este lúcido, sabio y extenso ensayo, en el que podremos encontrar ingredientes de todo tipo: desde los trabajos pioneros de Naranjo en su etapa de investigador psiquedélico, pasando por su larga experiencia como terapeuta a lo largo de los años, su participación en los grupos ayahuasqueros de la Uniao do Vegetal, aportaciones de otros investigadores en relación a los empatógenos, numerosos relatos de sesiones con pacientes, dos guías para acompañantes en la psicoterapia (para que mediante su presencia y el wu wei -o principio de 'no acción'- no sobreactúen ni se descuiden en su papel), así como sugerentes planteamientos para el futuro de este tipo de psicoterapia asistida con plantas. No en vano, en nuestros días vuelven a concederse permisos para la investigación con sustancias enteodélicas, como la MDMA (en el caso de MAPS), la LSD, la psilocibina, etc... En este sentido, esta es una buena guía para las personas interesadas en la psicología transpersonal y el empleo de los psiquedélicos en el proceso terapéutico, pero también resultará de valor para psiconautas -como un buen manual para la ayuda a la psiconavegación interior-, así como 'exploradores espirituales'. En relación a esto último, Naranjo exhorta en el prólogo que la información sobre el empleo de los psiquedélicos también viene a ser una especie de invitación metafórica para un cambio de mentalidad colectiva, que Claudio considera necesario para evitar una catástrofe a todos los niveles en este planeta... De aquí que haya decidido verter toda su experiencia y meditaciones en relación a los psiquedélicos en este amplio volumen. |
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Índice del Libro | ![]() |
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Ayahuasca, hongos, iboga y éxtasis prometen una nueva revolución terapéutica y psicoespiritual abanderada por sabios psicodélicos como Claudio Naranjo. En los años 60 fue un hecho normal que psiquiatras y psicólogos trataran a sus pacientes con LSD, mescalina o psilocibina. Sin embargo, el nefasto prohibicionismo gubernamental acabó con tan prometedor territorio terapéutico. ¿O no del todo? Destacados profesionales siguieron investigando discretamente con psicofármacos y cosechando excelentes resultados no solo en salud mental, sino en ampliación de la conciencia personal y colectiva. El doctor Claudio Naranjo es el más talentoso y experimentado de entre aquellos sabios psiconautas; su nuevo libro es un profundo viaje de indagación que nos abre la puerta a un mundo hasta ahora secreto: el de las exploraciones psicodélicas.
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Siento que llega el momento oportuno para volver a un tema del que he dicho relativamente poco desde los años sesenta, cuando de manera providencial me tocó ser el primer investigador de los efectos terapéuticos de una serie de sustancias (como la ayahuasca, los «empatógenos» y la ibogaína) de las cuales recientemente se habla mucho y que desde entonces han afectado la conciencia de multitudes. Últimamente se me pide a menudo que comparta mi experiencia como testigo de mi uso experimental o terapéutico de tales sustancias, especialmente después de que acepté, años atrás, la propuesta de Ediciones La Llave para terminar un libro sobre la ayahuasca escrito en los años sesenta. Así, por ejemplo, su publicación llevó a que se me invitara a ofrecer la conferencia de apertura en el primer Congreso Internacional sobre la Ayahuasca, que tuvo lugar en el año 2014 en Ibiza, ya que editoriales italianas a su vez se interesaran en publicar tanto ese libro nuevo como mi viejo libro The Healing Journey, escrito en la década de los sesenta. Pero no solo porque se me piden entrevistas y conferencias me he decidido a escribir ahora un nuevo libro acerca de los psicodélicos, sino porque ya no es razonable pensar que se pueda, a los 83años de edad, dejar las cosas pendientes para un futuro indeterminado, y conviene que haga pronto lo que me parece suficientemente importante. Se suma además a estas razones una de mayor peso, cual es que me parece que sea el momento justo de hacerlo; pues está a la vista que las autoridades comienzan a cuestionar el prohibicionismo acérrimo que han abrazado hasta ahora respecto al uso de estas sustancias, e intuyo que mi voz pueda servir para que se proceda como mejor conviene entre las alternativas que se vienen debatiendo desde hace décadas. Pues a semejanza de la situación de la «guerra fría» de tantos años entre los Estados U nidos y la Unión Soviética, me parece que no se ha sabido superar el impasse entre el espíritu represivo y el libertarismo; y más precisamente, el conflicto entre la «guerra a la droga» y el llamado a la libertad y a la autonomía respecto a la exploración de la propia conciencia. El feminismo ha debilitado ya a la cultura patriarcal que ha dominado a través de la historia de todas las actuales civilizaciones, llevándonos al umbral de lo que se ha entrevisto como una nueva era, pero es también obvio que nuestro orden patriarcal agónico se defiende a través de una intensificación de su carácter violento, explotador y deshumanizante, y que por ello vivimos una situación progresivamente más crítica. Por ello he venido predicando durante los últimos quince años la necesidad de un cambio de conciencia a través de la educación; pero últimamente he comenzado a sentir que ha llegado a tanto la fosilización de nuestras instituciones educativas y la negligencia de casi todos los gobiernos respecto a la necesidad de reformar la actual educación para la mediocridad, que es posible que ese cambio necesario de conciencia que pueda ponerle fin a la crisis multifacética de nuestra sociedad corrupta y agonizante vaya a hacer imperativa la sabia aplicación del potencial sanador de los así llamados «alucinógenos». |
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