Introducción del libro
Son numerosos los estudios comparativos que se han realizado a propósito del pensamiento eckhartiano, desde comienzos de siglo, coincidiendo con el descubrimiento de esta figura singular en Alemania y con el desarrollo de la historia de las religiones. A pesar de los muchos puntos de coincidencia, incluso a partir del análisis de palabras de común raíz indoeuropea, o de las sutilidades de conceptos como trascendencia o panteísmo, el nihilismo religioso de Eckhart y del budismo Zen parten la idea de liberación absoluta, centrada en Eckhart en la mors mystica («ruego a Dios que me vacíe de Dios») y en el Zen, a partir de la «Gran muerte», como una conversión radical del espíritu. La más importante reflexión, en nuestros días, se debe a los trabajos ininterrurnpidos en las últimas décadas del profesor Alois M. Haas, que, superando los contextos estrictamente doctrinales de las tradiciones religiosas, se ha centrado en el aspecto de la «paradoja mística» en relación con el lenguaje de la poesía cristiana y Zen, recuperando asimismo para la tradición europea figuras como san Juan de la Cruz, Tauler y Suso, estos últimos discípulos del Maestro alemán. La poesía se sitúa en un marco extrarreflexivo, en el que la violencia con que el lenguaje somete a las palabras trasciende los límites de la razón, porque es la lógica del «sin porqué» (sunder warumbe), como la rosa de Angelus Silesius que el poeta Paul Celan recoge en su poesía titulada «Psalm» (Salmo): «Ein Nichts / waren wir, sind wir, werden / wir bleiben, blühend: / die Nichts-, die / Niemandsrose» («Una nada fuimos, somos, seremos, / floreciendo: rosa de nada, de nadie»). La voluntad de desapropiación de un lenguaje siempre en exilio de sí mismo no ha dejado de interesar a la filosofía«, pero en la radicalidad de su expresión hay que ir a buscado en el arte, la literatura y la música del siglo XX. Desde un estudio de estas formas de negación y abstractas de la estética occidental es posible, una vez realizado el exilio del alma en Oriente, retornar a casa ennoblecidos.
(Amador Vega Esquerra)
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