Según informan los diarios, los escritores alemanes aspiran al status de 'empleados'. Esto plantea la cuestión de quien es el 'empleador'. Antes se pensaba en el genio o en Apolo y las musas, también en Orfeo.
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Un sueño puede ser tan convincente que se asemeje a la vigilia. Por otra parte, el acontecimiento real puede fascinar al espíritu con tal fuerza que le parezca soñar. La poesía alcanza cimas en las cuales es imposible ya distinguir el sueño de la realidad. Esta unidad es la condición previa para que acontezca lo divino.
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Domicilios del autor. Antes, las grandes ciudades y residencias, París, Roma, Leipzig, el lago de Ginebra. Ahora, el tráfago sin contenido, el ruido, los acuertelamientos. Hasta des Essentes se retrae. Las ciudades son actualmente lugares más para el estudio que para la producción.
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El poeta sigue la moral del arte, que cala muy profundamente, y se manifiesta también en las flores. Florece en el poema: es su meta, porque a él le ofrece en sacrificio su vida. Flaubert a Louise Colet, el 13 de enero de 1854: «Quisiera vivir dos o tres libros más; por eso estoy cristalizado y entumecido».
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Hasta un autor de gran renombre (no confundir con 'fama') tiene apenas los ingresos de un obrero especializado (1970). Estos pueden compensar el trabajo manual, incluido el del estilo. La productividad espiritual en el nivel más alto es gratis. Tendría que ser también honoraria.
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De la aristocracia tendría que surgir algo, pese a todo. Si ya no hace de conductora política y militarmente, ni tampoco en el savoir-vivre, al menos tendría que justificar su existencia en los quehaceres de las Musas.
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Revoluciones. El hombre de las musas puede favorecerlas, dejarlas pasar de largo, rechazarlas. Beaumarchais, Chateaubriand, Rivarol. Schubart, Schiller y los otros. La política da más bien motivos para los dramas y no para la existencia consagrada a las Musas.
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El milagro incita a la explicación. La perspectiva cambia con el tiempo; el hombre bordea el secreto. Elimina una capa tras otra, pero queda un núcleo que no se deja resolver. Si no es Júpiter el que truena, entonces es una fuerza natural, ¿pero qué es la electricidad?
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Valéry: «Hay dos escollos, dos maneras de equivocarse como escritor y echarse a perder: la excesiva adecuación al público y la excesiva fidelidad para con el propio sistema.»
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De un libro que merece tal nombre hay que esperar que haya modificado al lector. Tras la lectura nunca sigue siendo ya el mismo.
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Si se concibe a la poesía como un juego que se mueve en sus propias figuras y se satisface a sí mismo, con ello no se responde la pregunta por el sentido. Sabemos sobre ella tan poco como sobre los caminos de las hormigas o sobre el molde de los dibujos en las alas de las mariposas. La poesía testimonia algo más que el orden visible, y el poeta sigue una vocación que proviene del mundo indestructible.
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La discordancia entre la manera de presentarse en público del estadista, el artista, y más que nadie del sacerdote, y su vida personal proporciona a la crítica uno de sus pretextos favoritos. Que no tiene eficacia, lo demuestran las biografías: el escándalo perjudicó a la persona; sus obras requieren de otra vara de medir.
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La vanidad del papel. ¿Qué será esto dentro de cien años, de mil años, de diez mil años? Lo mismo que al comienzo. Pero también: tú escribirías si estuvieras solo en una isla. En esto se manifiesta la vocación sacra e independiente de todas las circunstancias.
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Una buena manera de comportarse es la del viajero cuando hace mal tiempo, o la de un anciano chino que ha visto ya llegar y marcharse muchas cosas. Ante todo trabajar en lo propio. El árbol es modelado también por el viento y el temporal. Mucho le pasa por encima.
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