Comentario de la Librería
Este es un libro para los que se quedan aquí. No es un ensayo de corte religioso o espiritual, sobre oraciones o rezos en la memoria de una persona difunta, o una descripción de los estados del bardo. Este texto es un manifiesto sobre la necesidad de reconocer el dolor por la pérdida de un ser querido, de la desesperación que crea su ausencia, la dificultad que tiene una persona en nuestra sociedad para aceptar este período de recogimiento -su retiro, su tristeza, o recapitulación del recuerdo y volver a evaluar la relación con la persona que nos deja.
Ciertamente, en un mundo rural o religioso las formas del duelo eran un rito cultural consensuado de una forma u otra -reuniones familiares, determinados vestidos, ciertas normas de comportamiento por un período de tiempo-, que en cierta manera ayudaban a encauzar este proceso. Pero desde que las formas y tradiciones culturales han ido desapareciendo en occidente, junto con el progresivo ocultamiento de la fenómeno muerte, el proceso del duelo ha ido desapareciendo de una forma paralela. Pero esto no significa que que este recogimiento no sea una necesidad natural en el ser humano: somos un ser social y, además de nuestros trabajos y opiniones filosóficas acerca del mundo, buena parte de nuestra vida transcurre en contacto y en relación con otras personas, dando y recibiendo, intercambiando opiniones, sentimientos, problemas, afectos e ilusiones. Familiares, amigos, personas que hemos tratado ocasionalmente y que han producido o dejado un gran impacto en nuestra mente, cuya desaparición demanda y requiere que nuestra mente acabe de cerrar, integrar, aceptar y despedirse de estos encuentros.
Es normal, pues, que cuando estos seres queridos ya no se encuentran entre nosotros, o su despedida está cerca, en nuestra mente empiece un proceso de reevaluación, sobre la ausencia, sobre todo lo acontecido durante nuestra relación, procurando cerrar los temas pendientes -y es importante que lo reconozcamos y demos paso a este proceso. El recordar los buenos momentos, analizar e integrar las dificultades, es el camino del duelo que puede llevar a la clausura natural de esta demanda interior.
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