Comentario de la Librería
Al inicio del presente libro se definen como «drogas inteligentes» aquellas que pueden ayudarnos a aumentar nuestro rendimiento intelectual. Esto es así hasta cierto punto, pues podríamos extender el concepto a todas aquellas sustancias (plantas medicinales, psicoactivas, vitaminas, minerales...) que ayuden a mejorar el funcionamiento de nuestro organismo, prevenir enfermedades, combatir el estrés o la ansiedad, aumentar la concentración, subir el tono vital... Si seguimos a Jonathan Ott, que basa buena parte de su libro Pharmacophilia en este concepto, las drogas inteligentes serían las sustancias que se adaptan mejor a nuestra mente, a nuestro organismo, a nuestra manera de ser, operar y funcionar. Así, para Ott, lo inteligente sería el saber escoger estas plantas y vitaminas que a nosotros, como individuos particulares, nos interesan.
A diferencia de otros libros que tratan sobre el tema (como La guía de los nuevos estimulantes, o La revolución de las vitaminas), el presente estudio toma también en consideración varios tipos de sustancias psicoactivas (como la hoja de coca, las anfetaminas o la mescalina) además de un amplio abanico de vitaminas, minerales, extractos de plantas, oligoelementos y aminoácidos. Al tratar un número de sustancias más amplio, también las aborda con un poco menos de profundidad, aunque el estilo y la lectura son más amenas y ágiles.
Ciertamente las consideraciones sobre los complementos alimentarios que se exponen en este libro no son en vano. Por lo menos esto es lo que parece pensar un gran número de norteamericanos, ingleses y cada vez más población de distintos países europeos. Desde hace una veintena de años el interés por estas sustancias ha ido en aumento (y de forma exponencial), al mismo ritmo al que han ido apareciendo resultados positivos de estudios que señalaban el valor de estos productos (como por ejemplo, el informe que puso de relieve que los bebés de las madres que tomaban unas cantidades de vitaminas adecuadas tenían mayor peso que los de las madres que no habían seguido ningún tipo de alimentación especial). En Inglaterra, el interés ha llegado al extremo que 1/3 de la población emplea complementos alimentarios -y un 25% lo hace de forma diaria-. Esto, claro está, ha despertado el interés de las grandes compañías farmacéuticas y de las autoridades sanitarias, que han mostrado su interés por controlar, regular, encauzar y apropiarse de este suculento mercado medicinal, vitamínico y psicoactivo. Aun así, aquí está este libro, que supone una magnífica introducción al tema.
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