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Inicio del Kata-Upanishad OM Nos adentramos en este Upanishad con el recuerdo de la divinidad..., de la verdad, de la conciencia, de la dicha. Es un hecho bien sabido que Udclalaka, el hijo de Vajashrava, entregó todas sus riquezas a los brahmines por el deseo de poseer los frutos de vishvajit yagna, el fuego ritual para conquistar el mundo. Él tenía un hijo llamado Nachiketa. Cuando estaban llevándose las vacas de Uddalaka para entregárselas a los brahmines, Nachiketa se percató de que todas eran muy viejas. Sus cuerpos estaban consumidos; habían comido, bebido, y habían sido ordeñadas por última vez. Nachiketa, lleno de confianza y sinceridad, empezó a pensar que no estaba bien regalar unas vacas en ese estado: «El que es capaz de regalar unas vacas a punto de morir irá, sin duda, al infierno, a las dimensiones más bajas de la existencia, donde no habrá motivo alguno de felicidad ni de alegría». Y pensó: «Tengo que convencer a mi padre de que no lo haga». Entonces, Nachiketa le preguntó a su padre: «¿Ya mí a quién me entregarás como regalo?». Uddalaka permaneció en silencio. Después de hacerle la misma pregunta por segunda y tercera vez, su padre se enfadó y dijo: «¡Te entregaré a la muerte!». Al oírlo, Nachiketa empezó a pensar para sus adentros: «Siempre he tenido una conducta ejemplar en casi todos los aspectos. Es posible que haya descuidado alguna cosa, pero nunca he tenido un mal comportamiento. Entonces, ¿por qué mi padre dice que quiere entregarme a la muerte? ¿Qué quiere obtener mi padre de Yama, el Señor de la Muerte, por medio de mi?» Nachiketa le dijo a su padre: «Reflexiona sobre cómo se comportaron tus antepasados y cómo se comportan otros sabios de ahora, y decide qué es lo correcto. »El hombre mortal madura como las cosechas, se marchita y luego vuelve a nacer. En esta vida transitoria, el hombre no debería dudar de la bondad ni embarcarse en acciones erróneas. No sientas pesar, padre. Mantén tu palabra y permíteme ver a Yama, el Señor de la Muerte». Al escuchar estas palabras de boca de su hijo, Uddalaka se entristeció mucho; pero al ver que Nachiketa se había comprometido con la verdad, su padre le permitió ir a ver a Yama. Cuando Nachiketa llegó a la morada de Yama, no lo encontró en casa, de modo que lo esperó durante tres días sin comer ni beber. El día que Yama regresó, su mujer le dijo: «Deberías saber que si un brahmín viene a visitamos, nuestro deber es ocupamos de su reposo y ofrecerle nuestra hospitalidad, porque un brahmín es un ser divino. El hijo de un brahmín ha estado tres días esperándote aquí sentado sin comer. Ve a recibirlo con el respeto que se merece». Yama fue a ver a Nachiketa y exclamó: «¡Oh, brahmín! Eres un venerable athiti; eres nuestro huésped de honor. Has estado en mi casa durante tres días sin alimentarte. Por ese motivo te concedo tres deseos, uno por cada noche». Nachiketa respondió: «¡Oh, Yama! Mi primer deseo es pedirte que mi padre, Uddalaka, encuentre la paz y la felicidad,y se libere de la tristeza y la rabia. Y que cuando me mandes de nuevo a casa, me reciba afectuosamente como a su hijo». Yama respondió: «Cuando te vea regresar de los brazos de la muerte, Uddalaka, inspirado por mí, te recibirá y te reconacerá como a su hijo. Se liberará de la rabia y el dolor, y pasará el resto de sus días y sus noches viviendo en paz y colmado de felicidad». Habiéndole sido concedido el primer deseo, Nachiketa dijo: «Oh, Señor, en el cielo no existe el miedo. Ni siquiera existes tú, la Muerte. Allí nadie teme la vejez. Los que viven en el cielo han trascendido el hambre y la sed. Están libres de todo sufrimiento; viven en éxtasis. «Oh, Señor de la Muerte, tú conoces el fuego interno que es el camino hacia el cielo. Soy un buscador sincero; comunícame el secreto del fuego interno, el secreto con el que alcanzan la inmortalidad quienes están en el cielo. Este es mi segundo deseo». Yama dijo: «Oh, Nachiketa, conozco el secreto del fuego interno que te conduce al cielo. Te lo diré de manera que puedas entenderlo. Deberías saber que este conocimiento te proporcio~ nará la felicidad celestial. El fuego está oculto en lo más profundo de tu corazón» . Después Yama le explicó a Nachiketa la ciencia del fuego interno, la ciencia que conduce al cielo. Le contó en detalle todos los procesos que intervienen en esto. Una vez comprendido, Nachiketa le repitió a Yama todos los detalles y él le dio su aprobación. Al ver la extraordinaria inteligencia de Nachiketa, Yama se sintió muy complacido y dijo: «Ahora te otorgaré un honor adicional: la ciencia del fuego interno llevará tu nombre, el Fuego-Naachiket. Por favor, acepta también este maravilloso collar de Piedras preciosas» . Yama añadió: «El que enciende su fuego interno tres veces y practica el ritual del fuego libre de deseos, el que practica el compartir y la austeridad de acuerdo con los tres Vedas, se liberará del nacimiento y la muerte. Cuando conoces este fuego sagrado y lo escoges con sinceridad, alcanzas la paz eterna, la paz que yo conozco». Yama prosiguió: «El que enciende y alcanza su fuego interno cortará los lazos mientras todavía esté en el cuerpo. Trascenderá el sufrimiento. Experimentará la felicidad del cielo. »Oh, Nachiketa, esta es la ciencia del fuego interno que te conducirá al cielo. Este ha sido tu segundo deseo. De ahora en adelante, este fuego será conocido por tu nombre. «Y, dime, ¿cuál es tu tercer deseo?». COMENTARIO DE OSHO Los Upanishads son unos textos únicos en el mundo sobre los misterios de la vida, y, de todos los Upanishads, el Kathopanishad es el más singular. Antes de adentramos en este Upanishad, conviene comprender el hilo conductor que subyace en este Kathopanishad. Lo primero es que, en este mundo, todo el que quiera saber qué es la vida tendrá que aprender el arte de morir. Y si alguien tiene miedo a la muerte tampoco conocerá la vida, porque el centro más profundo y misterioso de la vida es la muerte. Solo los que mueran conscientemente, estando plenamente presentes, y la reciban con el corazón, podrán conocer la vida. (...) |
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