Comentario de la Librería
Este ensayo es una colección de reflexiones y propuestas directamente encaminada al corazón del afán prohibicionista de las drogas, al celo legislativo y moralista que ha creado una situación surrealista en cuanto a la persecución de determinadas sustancias: allí donde se quería poner prevención, se ha creado un mercado de mafias, adulteración e desinformación -que a la postre ha ocasionado muchos más estragos que los que pretendía evitar.
Como ya menciona el autor en el prólogo, este manifiesto no es un alegato en favor de las drogas, sino una defensa a ultranza del derecho ineludible de todo ser humano a vérselas y relacionarse con la ebriedad, su libertad, el autoconocimiento y los estados ampliados de conciencia -de hecho, el tema subyacente a lo largo del libro son los enteógenos y su capacidad de desvelación interior y extática.
La estructura del libro es esta: para abrir boca, una copia de la encendida carta que el dramaturgo Antonin Artaud envió a las autoridades en 1924, denunciando de forma premonitoria lo peligroso e inútil de los intentos legislativos del prohibicionismo. Luego viene el cuerpo principal del libro: una discusión sociológica, pero escrita con lenguaje directo y coloquial, sobre el derecho a la ebriedad -o sea: a conocer, a autoconocerse, a expandirse, a recrearse y autogestionarse-, así como una denuncia clara y contundente de la catástrofe erigida por los 'efectos secundarios' de la prohibición.
Clausuran el libro tres de apartados breves de corte más psiconáutico: por una parte un manual para la psiconavegación enteodélica; luego, una imaginaria propuesta para reedificar Eleusis -el antiguo e intemporal templo del psiconauta del alma; y por último, una narración de dos interesantes e intensas experiencias enteogénicas.
Con todo, un libro ágil e iconoclasta... psiconáutico y a la vez lleno de secreta esperanza.
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