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Eres lo que Comes La idea de que la comida es la variable más importante en la salud humana no es novedosa. Como dice el viejo adagio, «Que tu alimento sea tu medicina, y que la medicina sea tu alimento». Cualquiera es capaz de cambiar el estado de su microbioma y el destino de su salud a través de sus elecciones alimenticias. Hace poco tuve la oportunidad de entrevistar al. doctor Alessio Pasano, quien en la actualidad ejerce como profesor invitado de la facultad de medicina de Harvard y es responsable de la división de gastroenterología pediátrica y nutrición del Massachusetts General Hospital. Es un reconocido líder de opinión en la ciencia del microbioma a nivel mundial. Hablamos sobre los factores que alteran la flora intestinal, y él afirmó que, sin duda alguna, el factor más significativo que se relaciona con la salud y con la diversidad del microbioma es la alimentación. Y lo que nos llevamos a la boca representa el mayor desafío ambiental para nuestro genoma y para el microbioma. La noción de que la comida importa es fundamental, así como resulta reconfortante saber que tiene mayor relevancia en nuestras vidas que otros acontecimientos que quizá no seamos capaces de controlar del todo. Como ya describí en mi libro anterior, Cerebro de pan, los dos mecanismos clave que provocan degeneración cerebral son la inflamación crónica y la acción de los radicales libres, los cuales puedes imaginar por ahora como derivados de la inflamación que provocan que el cuerpo se oxide. Alimenta tu cerebro mira con nuevos ojos estos mecanismos y cómo influyen en ellos la flora intestinal y la salud intestinal en general. De hecho, la flora intestinal tiene mucho que ver con la inflamación y con tu capacidad para combatir los radicales libres. Dicho de otro modo, el estado de tu microbioma determina si tu cuerpo atiza las llamas de la inflamación o si las sofoca. La inflamación crónica y el daño causado por los radicales libres son conceptos centrales para la neurociencia actual, pero no hay ningún protocolo farmacéutico que sea tan eficaz como un régimen alimenticio para controlar las bacterias intestinales. Te explicaré ese régimen paso a paso. Por fortuna, la comunidad de microbios del intestino es maravillosamente susceptible a regenerarse. Las pautas descritas en este libro cambiarán el ecosistema interno de tu cuerpo para fomentar el crecimiento de los microorganismos adecuados para cuidar el cerebro. Este régimen altamente práctico incluye seis elementos esenciales: prebióticos, probióticos, alimentos fermentados, alimentos bajos en carbohidratos, alimentos sin gluten y grasas saludables. Más adelante explicaré cómo cada uno de estos factores influye en la salud del microbioma para beneficio del cerebro. Alerta Microbiana: No estamos solos Los avances para prevenir, tratar y curar trastornos neurológicos debilitantes que se presentan a lo largo del ciclo de la vida desde autismo y TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad) hasta migrañas, depresión, esclerosis múltiple, Parkinson y Alzheimer son prácticamente inexistentes. Por desgracia, estamos perdiendo la batalla a medida que la incidencia de estas enfermedades aumenta en nuestra sociedad. Echemos un vistazo a algunas cifras. En las diez naciones occidentales más ricas del mundo, las muertes por trastornos neurológicos generales que en gran medida implican demencia han aumentado de manera sustancial durante las últimas dos décadas. Y Estados Unidos encabeza la lista. De hecho, un estudio británico de 2013 mostró que, desde 1979, las muertes causadas por trastornos neurológicos en Estados Unidos habían aumentado hasta en un 66 en hombres y un 92 en mujeres. En palabras del autor principal del estudio, el catedrático Colin Pritchard, «estas estadísticas reflejan la realidad de la gente y sus familias, por lo que debemos [reconocer] que existe una epidemia claramente provocada por los cambios ambientales y sociales». Los investigadores han constatado que esta oleada, que afecta a personas cada vez más jóvenes, contrasta en gran medida con la disminución del riesgo de desarrollar enfermedades por cualquier otra causa. En 2013, el New England Journal of Medicine publicó un informe que revela que en Estados Unidos se gastan unos 50.000 dólares al año en el tratamiento de cada paciente con demencia. Eso significa que el coste anual es de cerca de dosciento~ mil millones, el doble de lo que se invierte en el cuida do de cardiopatías y casi el triple de lo que se gasta en el tratamiento del cáncer. Los trastornos del estado de ánimo y la ansiedad también van en aumento y pueden ser igual de incapacitantes que otras alteraciones neurológicas. Alrededor de 1 de cada 4 adultos estadounidenses más del 26 de la población padece algún problema mental diagnosticable. Los trastornos de ansiedad afectan a más de 40 millones de personas en Estados Unidos, y cerca del lo de la población adulta de este país padece algún trastorno del estado de ánimo para el cual se le han recetado medicamentos fuertes. La depresión, que afecta a 1 de cada lo personas (de las que una cuarta parte son mujeres entre 40 y 59 años), es ahora una de las principales causas de incapacidad en el mundo, y se diagnostica cada vez con mayor frecuencia. Entre los medicamentos más recetados para su tratamiento están la fluoxetina y la sertralina, aunque en realidad estos fármacos sirven para tratar los síntomas de la depresión y no los factores que la causan. De promedio, las personas que padecen desórdenes mentales serios, como trastorno bipolar y esquizofrenia, viven 25 años menos que el resto de la población en general. (Esto se debe en parte a que estos individuos son más propensos al tabaquismo, al abuso de alcohol y drogas, a tener sobrepeso y a padecer enfermedades relacionadas con la obesidad, lo cual se suma a los problemas mentales.) Los dolores de cabeza, incluidas las migrañas, son unos de los trastornos del sistema nervioso más comunes. Cerca de la mitad de la población adulta debe lidiar con al menos un dolor de cabeza al mes. Y son mucho más que una simple incomodidad, pues se asocian con incapacidad, sufrimiento personal, una calidad de vida deficiente y un elevado costo económico. Tendemos a pensar que los dolores de cabeza son molestias poco costosas y de fácil tratamiento' (con aspirina, acetaminofeno, ibuprofeno); sin embargo, según la National Pain Foundation, provocan pérdidas de más de 160 millones de días laborales al año e implican un coste médico de unos treinta mil millones de dólares al año. La esclerosis múltiple, un trastorno autoinmune incapacitante que interfiere en la capacidad comunicativa del sistema nervioso, afecta hoy en día a cerca de dos millones y medio de personas en el mundo, de las cuales casi medio millón son estadounidenses. El promedio de coste total de tratamiento de un paciente con esclerosis múltiple excede los 1,2 millones de dólares, y la medicina alopática insiste en que no hay cura posible a la vista. Luego está el autismo, cuya incidencia se ha multiplicado por 7 o lo en los últimos quince años, lo que lo convierte actualmente en una auténtica epidemia. Hoy en día se gastan cientos de millones de dólares en esta y otras patologías neurológicas debilitantes, pero los avances de la ciencia médica son escasos. Sin embargo, hay una buena noticia: las últimas investigaciones científicas procedentes de instituciones de prestigio de todo el mundo están descubriendo que, en gran medida, la salud del cerebro y por lo tanto la enfermedad neurológica, están determinadas por lo que ocurre en el sistema digestivo. Así es: lo que está pasando en este instante en tus intestinos determinará tu riesgo de padecer una serie de trastornos neurológicos. Sé que resulta difícil de entender. Seguramente, si le preguntaras a tu médico si conoce algún tratamiento para el autismo, la esclerosis múltiple, la depresión o la demencia, alzaría los brazos en un gesto de desánimo y afirmaría que aún no se ha encontrado... y que tal vez nunca se encuentre. Es en esta cuestión en la que me distingo de la mayoría de mis colegas, aunque por fortuna no de todos. Como neurólogos, nos han enseñado a observar lo que ocurre en el sistema nervioso, sobre todo en el cerebro, pero nuestra mirada es miope. Automáticamente terminamos considerando que los otros sistemas, como el digestivo, son entidades independientes que no tienen influencia alguna en lo que ocurre en el cerebro. Si tienes dolor abdominal, no llamarás al cardiólogo ni al neurólogo. La industria médica en conjunto se caracteriza por disciplinas especializadas divididas por partes del cuerpo o sistemas específicos, por lo que muchos colegas dirían algo como «lo que ocurre en el intestino es cosa del intestino». Esta postura está un tanto obsoleta teniendo en cuenta los últimos hallazgos científicos. El sistema digestivo está íntimamente conectado con lo que ocurre en el cerebro, y quizá el aspecto más importante de los intestinos, que están directamente relacionados con tu bienestar general y tu salud mental, es su flora interna, los múltiples microorganismos'que viven en él, sobre todo las bacterias. Tus amigos microbianos, de la cuna a la tumba En alguna parte de una hermosa isla griega en el mar Egeo . nace un niño por parto natural en su casa. Durante dos años, su madre lo amamanta. A lo largo de su crecimiento, no disfruta de muchas de las comodidades modernas de la cultura estadounidense: la comida rápida, los zumos de fruta envasados y los refrescos son cosas poco conocidas para él. Su dieta consiste sobre todo en verduras cosechadas en el huerto familiar, pescados y carnes locales, yogur casero, frutos secos y semillas, y un gran consumo de aceite de oliva. Pasa su infancia eh una pequeña escuela y ayudando a sus padres. en la granja, donde siembran hortalizas, hierbas para hacer infusiones y uvas para hacer vino. El aire está limpio, sin contaminantes. Cuando el niño enferma, sus padres le dan una cucharada· de miel natural, pues no siempre es posible conseguir antibióticos. Jamás se le diagnosticará autismo, asma, TDAH ni enfermedades similares. Se mantiene en forma y delgado, pues lo habitual es llevar una vida activa. Las familias no pasan las veladas sentadas en los sillones, sino que suelen socializar con los vecinos y bailar al ritmo de la música. Es probable que este niño jamás padezca un trastorno neurológico grave, como depresión o Alzheimer. De hecho, es muy posible que llegue a la vejez con buena salud, pues en su isla, Icaria, encontramos el mayor porcentaje del planeta de personas mayores de noventa años, de las cuales casi una de cada tres llega a la décima década de vida con buena salud física y mental. Su población también ostenta un 20 menos de casos de cáncer, un 50 menos de cardiopatías y casi ningún caso de demencia senil. Ahora viajemos a cualquier ciudad estadounidense en la que nace una niña. Esta llega al mundo gracias a una cesárea elegida y se la alimenta exclusivamente con leche artificial. Durante su infancia padece múltiples infecciones desde infecciones crónicas del oído hasta sinusitis e infecciones de garganta, para las que le recetan antibióticos; incluso para un constipado común, el médico le prescribe antibióticoso Aunque esta niña tiene acceso a la mejor alimentación del mundo, su dieta está repleta de alimentos procesados, azúcares refinados y dañinas grasas de origen vegetal. Al cumplir los seis años, ya padece sobrepeso y se le diagnostica prediabetes. Crece siendo una hábil usuaria de todo tipo de aparatos electrónicos y pasa la mayor parte de su juventud en una escuela muy estricta. Para entonces, ya toma ansiolíti. cos, sufre trastornos de conducta y le cuesta sacar buenas notas debido a su incapacidad para concentrarse. Al llegar a la edad adulta, es muy probable que desarrolle trastornos neurológicos graves, además de trastornos de ansiedad y del estado de ánimo, migraña s y enfermedades autoinmunes como esclerosis múltiple. Y, cuando envejezca, podría padecer Parkinson o Alzheimer. En Estados Unidos, las responsables de las mayores cifras de mortandad son enfermedades crónicas como la demencia, que rara vez se observa en aquella isla griega. ¿Qué está pasando entonces? Durante los últimos años, nuevas investigaciones nos han permitido entender mejor la relación entre aquello a lo que estamos expuestos desde la primera infancia y nuestra salud a corto y largo plazo. Los científicos han estado investigando de qué manera el estado del microbioma humano condiciona nuestra salud. La respuesta a la pregunta radica en la diferencia entre las experiencias infantiles de ambos niños, y parte de esa experiencia, en términos generales, tiene mucho que ver con el desarrollo de sus propios microbiomas, que son las comunidades microbianas que habitan en sus cuerpos desde que nacieron y que desempeñarán un papel determinante en su salud y función cerebral a lo largo de su vida. |
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