Médico, estudioso de los enteógenos y de tradiciones de uso de los mismos
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Biografía |
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Libros del Autor |
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Ante el desbarajuste en el mundo de las drogas a principios de los setenta, con sustancias adulteradas e información más adulterada si cabe, apareció un nuevo profeta. Se trata de un antiguo alumno de Leary y Alpert: Andrew Weil. Este estudiante se encontraba a principios de esa década realizando un civilizado estudio sobre el uso de la marihuana en la población americana. Interesado en los beneficios terapéuticos de la misma él era médico-, y confiado en una pronta moderación del uso y posterior legalización de la planta, Weil se encontró imposibilitado para proseguir su estudio en la universidad, pues a nivel 'político' la universidad consideró esta actividad como demasiado arriesgada.
Weil se enfadó, y mucho. Empezó, inflamado, a escribir un libro sobre los enteógenos, ligando cada sustancia a su fuente botánica y, esta, a sus formas de uso tradicionales. Realizó viajes a Centroamérica y Sudamérica, y de ello nació La mente natural, un tratado sobre sustancias psicoactivas cuya tesis principal proponía: usa drogas naturales de forma natural. En vez de cocaína, mascar hoja de coca; en vez de heroína, opio; en vez de fumar porros todo el día, sólo cuando la ocasión lo valiera; en vez de tomar LSD, aprender del uso de los hongos, el peyote o el yagé de los indígenas con una cultura milenaria sobre su empleo. Nada más sencillo y claro para una población horrorizada por los riesgos atribuidos por la prensa a las medicinas psiquedélicas, sobre todo a la diseminada y controvertida LSD. La juventud americana, todavía alucinada por las promesas de novedad y libertad despertadas por los gurús psiquedélicos, se lanzó a la búsqueda de nuevas fuentes naturales de embriagantes. Así, al cabo de poco, la población de peyotes en los desiertos de México empezó a disminuir de forma alarmante, de forma que aun hoy en día este cactus se considera en peligro de extinción. Aparecieron también las primeras guías de recolección de hongos en la Naturaleza, así como libros de cultivo de setas en un ambiente artificial. Un poco más tarde surgió también el turismo ayahuasquero al Amazonas, en el que reducidos grupos de personas viajaban a las selvas subtropicales para participar en una sesión con yagé.
Después de este emblemático escrito, los trabajos de Weil siguieron por los mismos caminos: las drogas naturales, la medicina tradicional, el estilo de vida sano, la espiritualidad, la integración de la vida moderna con los cánones más pausados de la vida tradicional, y en definitiva, siempre retornando al tema de los psicoactivos, una pedagogía para afrontar de frente el problema que tenía la sociedad, sin darle la espalda. Fuera miedos, buscar información, no negar la existencia de plantas o sustancias psicoactivas, conocer su uso, conocer los motivos que nos llevan a emplearlas.
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