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Biografía |
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Libros del Autor |
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Cuando era joven, Wilhelm se trasladó en misión cristiana a China y allí se había iniciado en el mundo del oriente espiritual. Wilhelm era una auténtica personalidad religiosa de visión amplia y clara. Poseía la capacidad de adaptarse incondicionalmente a la postura de la manifestación de un espíritu extranjero y transmitir todo el milagro de la intuición, lo que le capacitaba para hacer accesible a Europa los valores espirituales de China. Estaba profundamente impresionado por la cultura china y una vez me dijo: «¡Mi mayor satisfacción es que no he bautizado nunca a un chino!» Pese a sus premisas cristianas no podía dejar de reconocer la profunda consecuencia y claridad del espíritu chino. De ello estaba no sólo profundamente impresionado sino propiamente subyugado y asimilado. El mundo de la concepción cristiana forma una reservatio mentalis, una reserva moral de significación condicionada por el destino.
Wilhelm tuvo la rara suerte de conocer en China uno de los sabios de la vieja escuela expulsado del continente por la revolución. Este viejo maestro, llamado Lau Nai Süan, le inició en el conocimiento de la filosofía yoga china y de la psicología del I Ging. A la colaboración de ambos hombres debemos la edición del I Ging, con su notable comentario. Introdujo esta profunda obra del oriente en occidente de un modo vivo y plástico. Me parece que la edición de esta obra es uno de los hechos más importantes de Wilhelm. Junto a la claridad y comprensión de su actitud espiritual occidental muestra en el comentario al I Ging una adaptación a la psicología china que no tiene parangón.
Cuando estuvo terminada la última página de la traducción y aparecieron las primeras galeradas murió el anciano maestro Lau Nai Süan. Fue como si hubiese terminado la propia obra y transmitiera a Europa el último mensaje de la China agonizante. Wilhelm cumplió el anhelo del maestro como discípulo incomparable.»
Cuando conocí a Wilhelm parecía un chino auténtico, tanto en la mímica como en la escritura y en el lenguaje. Había adoptado el punto de vista oriental y la vieja cultura china le había penetrado.
(Fragmento del libro Recuerdos, sueños y pensamientos, de C.G. Jung)
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