Comentario de la Librería
Este libro trata sobre los misterios iniciáticos celebrados en el templo de Eleusis, en la Grecia clásica, y también sobre la trama que condujo a relacionarlos con el uso de enteógenos como el vehículo para alcanzar los estados extáticos y las experiencias visionarias que en ese emplazamiento se producían.
Los misterios eleusinos, concretamente los Misterios Mayores, se celebraban cada año durante el mes de setiembre, y perduraron por un período de tiempo de más de 1500 años. Eran célebres en la Grecia clásica, y de todos los rituales religiosos este era el de más importancia y renombre; así como Delfos estaba considerado el centro político y adivinatorio de Grecia, Eleusis era su centro religioso y místico.
A esta ceremonia eran admitidos todos los ciudadanos griegos al menos una vez en la vida. La preparación para la ceremonia culminante iba precedida por en período de 8 meses, durante los que los iniciados eran preparados para la 'gran visión' que acontecería durante la noche de la celebración de los Misterios Mayores, en los que se ingería un alimento llamado kykeon, y en la que los iniciados experimentaban una visión o revelación religiosa que podía transformar su vida.
A pesar de que al iniciado en los misterios le estaba terminantemente prohibido comunicar o relatar lo que había acontecido en ellos, varias referencias escritas han pervivido desde la antigüedad clásica; ninguna de ellas ofrece una descripción completa de los mismos, pero los breves textos dejan clara la importancia, casi trascendental, que tenía esta iniciación para la persona que participaba en ellos.
Esta gran relevancia que tuvieron los misterios eleusinos ha generado una gran resonancia en los estudios clásicos sobre Grecia desde la mitad del siglo XIX, pero lo que no había asomado entre tantos textos académicos era la posibilidad de la presencia de una droga visionaria como el vehículo primario que otorgara la experiencia mística en los mismos. No fue hasta mediados del siglo XX, con el redescubrimiento de los enteógenos en el mundo occidental, que esta relación fue establecida. Y precisamente sobre el desarrollo de esta hipótesis versa este libro.
Estructurado en tres partes, llevadas a cabo por cada uno de los autores, el estudio se centra en el desarrollo de la hipótesis del hongo Claviceps purpurea como candidato al enteógeno de los misterios. También se estudia la posibilidad del uso de hongos del tipo psilocybe, pero en menor medida.
El libro se abre con la sección de R.G. Wasson, en la que describe el camino que le llevó al estudio y descubrimiento de los enteógenos. Empezando por su luna de miel con su esposa Valentina, y siguiendo por sus estudios de rastreo lingüístico en el continente europeo, su posterior ágape fúngico en México y la importancia que iba tomando esta nueva área de investigación, este capítulo es una de las mejores introducciones a la etnomicología, bellamente escrita y muy ilustrativa.
Le sigue un capítulo de A. Hofmann (descubridor de la LSD), sobre la articulación científica de la hipótesis de los alcaloides del Cornezuelo del centeno, como embriagantes religiosos usados en los misterios. La tercera parte, más extensa y a cargo del helenista Carl. A.P. Ruck, es un estudio de la mitología griega, básicamente la relacionada con los misterios eleusinos y el empleo de enteógenos en los mismos.
«Los misterios nos dieron la vida, el alimento; enseñaron a las sociedades sus costumbres y sus leyes, y enseñaron a las personas a vivir como tales.» (M. Aurelio)
«Eleusis es un santuario común a la tierra entera, y de cuantas cosas divinas existen entre los hombres es la más reverenciable y la más luminosa. ¿En qué lugar del mundo han sido entonados cánticos más milagrosos y dónde han provocado los dromena mayor emoción, dónde ha existido rivalidad mayor entre el mirar y el escuchar?» (Elio Arístides)
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