Comentario de la Librería
Nos encontramos ante un auténtico tour-de-force: un libro que partiendo de diversas tradiciones religiosas (sobretodo orientales), y de las concepciones de la psicología transpersonal, intenta edificar una imagen de la dimensión espiritual del ser humano. La autora, Ana María González, partió de una experiencia 'mística' personal que le despertó el interés y la pasión por el tema de la espiritualidad, esta 'dimensión' del ser humano relegada durante la época moderna, interesándose tanto por la validez de este tipo de experiencias como por su potencial de crecimiento personal. Pero como que el libro es 'ancho de miras', el punto al que realmente se dirige la investigación es a la 'realización máxima' que el ser humano puede alcanzar, algo que ella identifica con lo que Teilhard de Chardin denominó el Punto Omega.
Con un 'peso específico' propio de una tesis doctoral, pero a su vez escrito con una gran amenidad y entusiasmo, este estudio arranca con un repaso al inicio de la psicología a mediados del siglo XIX, para luego adentrarse de pleno en las consideraciones de la psicología transpersonal, que ha sido la rama de la psicología que ha estudiado más plenamente la dimensión espiritual del ser humano. Aquí veremos desfilar a Abraham Maslow, Carl Rogers o Stan Grof, y también a las concepciones teóricas de Ken Wilber. A este extenso repaso sobre las consideraciones de la psicología en el siglo XX, le sigue un excelente estudio de las concepciones espirituales de diversas religiones y filosofías orientales de la antigüedad: además del cristianismo, el Islam y el judaísmo, veremos analizar de con una gran claridad de exposición las concepciones cosmológicas y antropológicas del hinduismo, el budismo, el taoísmo, el jainismo, el confucionismo o el shuitoismo: el origen del universo, el emplazamiento del ser humano en él, las creencias, su propósito...
Con todo, la autora pretende conducirnos a una concepción 'global' de la existencia del ser humano en el cosmos y sus posibilidades de la evolución espiritual, que ella identifica con una de las ideas culminantes que presentó Teilhard de Chardin en su obra: el Punto Omega. Y como que en este estudio la autora no quiere dejarse nada en el tintero, también hacer un repaso a la dialéctica (a veces sorda) entre la ciencia y el misticismo, basándose nuevamente en la obra Charidin además de Ken Wilber. Con todo, el manjar está servido; y a pesar de todo el trabajo realizado (expuesto con una amenidad y claridad ejemplares), Ana María González no pretende senta cátedra ni generar nuevos dogmatismos, sino ofrecer sus reflexiones como un punto de partida, de encuentro y diálogo con todo aquello que el lector y otros estudiosos deseen aportar, discutir, elaborar y considerar.
|